El futuro inmediato


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Estamos a 40 dí­as del evento electoral. En los próximos 15 la Corte de Constitucionalidad habrá dilucidado en definitiva lo relativo al recurso interpuesto por la alianza UNE-Gana. En un plazo aún menor, se habrá resuelto también la viabilidad o no de la candidatura de la otra alianza, la de Encuentro por Guatemala -ViVa. La contienda electoral se ha desenvuelto en mucho, alrededor de estas incertidumbres. La distracción en la que se ha constituido el futuro de las candidaturas hoy en incertidumbre ha sido muy grande.

Walter Guillermo del Cid
Ramí­rezwdelcid@yahoo.com

 


Muy poco se conoce sobre los planes del futuro gobierno. Mucha de la atención ciudadana se ha centrado en tales aspectos, dejando opacado el sentido de realizable que puedan tener los ofrecimientos polí­ticos dentro de un Plan de Gobierno, del futuro gobierno. A esta zona de incertidumbre se agrega la capacidad efectiva o no de las autoridades electorales de asumir un control pleno de las fases previas, mismas que incluyen la impresión de papeletas, la capacitación a los nuevos voluntarios que les representarán en cada mesa electoral, así­ como la implementación de la infraestructura informática que habrá de darle cobertura al evento el dí­a de las elecciones, entre otros aspectos. ¿Y los planes de gobierno? ¿Cómo hacer una evaluación práctica de éstos? ¿En dónde están las cinco, cuatro o seis ideas clave de cada uno de los planes presentados? ¿Por qué tal, es mejor que los otros? Nunca antes como ahora habí­a habido tal efervescencia de foros, de cuasi debates públicos de los múltiples aspirantes a los diversos cargos de elección popular. Pero con tantos, muy poco puede ahondarse y en aquellos eventos en los que ha sido posible reducir el número de participantes, sencillamente no se abordan las caracterizaciones de cada quién para hacer comprensible la diferenciación entre ellos, si es que la tienen. Así­, los aspirantes pasan distraí­damente el consumo del tiempo, esperando muchos de ellos, que la sola manifestación de crí­tica o de oposición sea el ingrediente que les catapulte hacia la silla que aspiran. Entonces para la necesaria construcción de un elector con conocimiento de las cualidades de sus aspirantes, el llamado al voto “consciente” por parte de estas actividades queda relegado a un segundo plano. Con más pena que gloria, los dí­as transcurren y las posibilidades de perfilar el futuro inmediato sobre la base del conocimiento preciso del contenido prometido, que hemos de compartir quienes en este territorio hemos de vivir, nos dejan aún con más dudas. Si a este “mar de inseguridades” le ponemos el pomo de las expresiones de ingobernabilidad que se mantienen en aumento, tenemos un paí­s al borde de un precipicio, que al momento de caer nos haremos daño todos. Si de aquellos aspirantes a la poltrona presidencial hay un atisbo de visión de Estado, de estadista en ciernes, este es el momento en el que ha de aparecer la casta que se está forjando; este es el momento en el que un acertado llamado a la cordura, a la visión nacional, se hace más que oportuno, necesario. Este es el momento preciso para descollar, de manifestarse como el dirigente nacional que el paí­s requiere, pues la precariedad y zozobra que se está viviendo, nos arrastran y ello puede terminar por asfixiarnos y entonces de no hacerse nada, el territorio, su riqueza, sus recursos naturales, sus bienes, su población en general, estarán en manos de criminales organizados para hacernos sucumbir en una sórdida esclavitud en la que se habrá de negar el futuro por mucho tiempo. El futuro es nuestro. Pero para construir el futuro necesitamos información. Los polí­ticos en contienda tienen la responsabilidad de proveerla, nosotros el compromiso de procesarla y todos la necesidad de encausarnos por un derrotero que ya no se encuentre marcado por la intolerancia, el abuso de poder, la impunidad, la ausencia de la aplicación de la justicia, la búsqueda real del consenso y la necesidad de alcanzar un desarrollo expandible y extensible a las mayorí­as, sin exclusiones, sin las aberraciones propias de nuestra historia reciente que tanto mal nos han hecho. El futuro inmediato está en nuestras manos, pero se nos podrí­a escurrir como “agua entre los dedos”. La dirigencia polí­tica tiene ante sí­ un renovado desafí­o. Ojalá lo asuman con responsable proceder en el menor tiempo posible. Lo que nos viene no es fácil y si no nos encausamos en una causa compartida, ese futuro inmediato tenderá a hacerse más complejo y más tortuoso.