Es cierto que cada cuatro años el mundo se vuelve loco con un Mundial del Fútbol, pero nunca debiera significar que todo un primer mandatario vea tan a la ligera la crisis permanente en que ha vivido su gobierno, hasta llegar a compararlo con un equipo de fútbol. Tal vez estoy tomando las cosas demasiado en serio, pero considero que por no hacerlo, es que seguimos estando en las cuatro esquinas. Una definición de gobierno que por su sencillez y realidad siempre me ha gustado, es la que lo aprecia como el emprendimiento de un grupo humano, elegido por el pueblo, cuyos fines son guardar el orden y promoverlo. Ha sido más que notorio que el gobierno actual no ha cumplido tales postulados durante casi dos años y medio de ejercerlo.
La fuga, cambio o destitución de tanto ministro para cualquier persona seria significa dos cosas: que fue pésima la selección como que los mejorcitos, si es que los hubo, no se sintieron orgullosos, entusiastas y deseosos por alcanzar las más altas metas. ¿Qué ministro de Energía y Minas va a sentirse orgulloso de su gestión, si a la primera protesta le tiran al suelo sus decisiones?; ¿a qué ministro de Finanzas le gusta estar haciendo simplemente el papel de «cajero», repartiendo ingresos tal y como se lo manda la esposa del jefe y no lo dejan o no pudo administrar los recursos de forma técnica o atendiendo un lógico como elemental listado de prioridades?; ¿qué ministro de Economía no está deseoso de poner en práctica sus conocimientos aprendidos en la universidad, en vez de pasar el tiempo dorándole la píldora a un supuesto plan de reactivación y desarrollo? Claro que abundan las excusas y pretextos para retirarse de un Gabinete de gobierno, pero una cosa es lo que se aduce y otra muy distinta es la realidad.
Considero desafortunadas las recientes declaraciones del presidente Colom, al haber dado muy mala impresión diciendo que sus ministros, llegaron «hasta donde pueden» y que «el cansancio» era lo que había provocado su retiro, dejando entrever que olvidó por completo que el arte y la ciencia de gobernar radican en que el que manda debe sabérselas todas y especialmente hacerlo con autoridad, como que para guiar y dirigir, debe manejar a su gente con tino y elegancia, ejerciendo una fuerte influencia en ella, especialmente si se trata de líderes en su ramo, para que finalmente, se rija con las normas y reglas establecidas en estricta disciplina. Así las cosas, el actual Mundial de Fútbol está por terminar y sin importar quién sea el ganador, la beneficiada siempre será la afición al disfrutar de sus encuentros, quedándose con la ilusión que dentro de cuatro años la fiesta volverá ¿pero, a nosotros los gobernados, qué esperanza nos podrá quedar?