Argelia y Nigeria presentaron una digna batalla ante dos potencias en octavos de final, pero el balance del futbol africano en el Mundial de Brasil dejó una vez más sabor a poco.
Brasilia / dpa
Las cálidas temperaturas, la humedad, el «sufrimiento» de los europeos y la exigencia física que demanda Brasil 2014 hacían presagiar un Mundial favorable para el «continente negro».
Pero el resultado final fue que ninguno de los cinco equipos africanos logró llegar a los cuartos de final, una actuación por debajo de lo ocurrido en los últimos Mundiales.
Desde la irrupción de Camerún en Italia 1990, donde derrotó a Argentina, entonces campeona mundial, y alcanzó los cuartos de final, los equipos africanos siempre fueron considerados una amenaza latente.
Pero esa promesa sólo se cumplió a cuentagotas, y apenas Senegal, en 2002, y Ghana, en 2010, pudieron volver a meterse entre los ocho mejores. Las semifinales, en cambio, siguen siendo una barrera infranqueable.
«Triunfo europeo. Los africanos luchan pero quedan eliminados», resumió hoy el diario brasileño O Globo tras la caída de Nigeria por 2-0 ante Francia y la de Argelia por 2-1 en la prórroga ante Alemania.
La gran actuación de nigerianos y argelinos no alcanzó a opacar los conflictos internos, los actos de indisciplina, los boicots a entrenamientos y las peleas por los premios que dominaron el paso del fútbol africano por Brasil.
«No sé por qué… tal vez no somos suficientemente fuertes, tal vez no estamos lo suficientemente enfocados», intentó explicar el seleccionador nigeriano Stephen Keshi.
Con varias superestrellas en sus planteles, los conjuntos africanos llegaban con enormes ambiciones a Brasil.
«Debemos ser campeones mundiales. Todo el continente está esperando que un equipo africano gane finalmente un Mundial», dijo incluso el ghanés Kevin-Prince Boateng antes del torneo.
Pero su equipo se despidió en la fase de grupos, al igual que la Costa de Marfil de Didier Drogba y el Camerún de Samuel Eto’o.
Boateng, que nació en Alemania pero optó por jugar para las «Estrellas Negras», ni siquiera pudo terminar de jugar el torneo con su equipo, ya que fue expulsado del plantel junto a Sulley Muntari por indisciplina.
La demora en el pago de los premios también generó tensión en el equipo y recién se pudo resolver con la intervención personal del presidente de Ghana, John Dramani Mahama.
Algo similar ocurrió con Nigeria, donde incluso el presidente Goodluck Jonathan tuvo que intervenir personalmente para garantizar el pago de los premios a los jugadores, que llegaron a boicotear un entrenamiento.
«Es parte de nuestra cultura que los ministros u otros dirigentes de Estado vengan a hablar con nosotros y a motivarnos», explicó Keshi, el entrenador nigeriano.
«El sistema en África es diferente que en Europa», argumentó el seleccionador de Ghana, Kwesi Appiah. «Deben entender, venimos de diferentes regiones».
La actuación africana también se vio ensombrecida por las sospechas que salpicaron a la selección de Camerún, que está siendo investigada por su propia federación tras las acusaciones de manipulación en la derrota por 4-0 ante Croacia.
Un final sombrío para un continente que llegaba con ilusión, pero que ahora deberá esperar hasta Rusia 2018 para confirmar lo que desde hace ya dos décadas insinúa.