El fantasma de la explosión demográfica


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El día de mañana 11 de julio se celebrará el Día Mundial de la Población, instituido por la Organización de Naciones Unidas con el propósito de crear conciencia entre los habitantes del globo terráqueo sobre el crecimiento del número de habitantes.

Félix Loarca Guzmán


La fecha constituye un marco oportuno para reflexionar en torno a este asunto tan complejo, que ha sido motivo de muchas controversias que giran en torno a la conveniencia o no de ejercer un control de la natalidad.
Una de las creencias más arraigadas en nuestro país, es que  el fenómeno bautizado como “explosión demográfica” sería la causa de la pobreza y la insuficiencia económica de los llamados países del Tercer Mundo.
Quienes participan de esa corriente de pensamiento, consideran que las altas tasas de natalidad obstaculizan el ahorro necesario para el desarrollo y el progreso.
En la actualidad hay numerosos académicos que opinan en sentido diferente, exponiendo que el asunto relacionado con la población es un fantasma que está siendo utilizado para desviar la atención de las verdaderas causas de la pobreza, dependencia y servidumbre.
El 12 de julio del año 2005, el licenciado Oscar Clemente Marroquín, Director General del Diario LA HORA, puntualizó en su habitual columna, que la natalidad no es la causa del problema. 
Subrayó que “…es muy fácil señalar que la natalidad es el problema y que hay que restringirla.  Los expertos tienen que entender que para las familias más pobres, cada niño es un elemento más de mano de obra que puede aportar ingresos desde temprana edad al núcleo familiar”.
De manera contundente, nuestro Director escribió que “El problema de Guatemala no es tanto de superpoblación sino de un sistema económico que no distribuye oportunidades en forma pareja.  Se acumulan beneficios y privilegios para unos pocos y el resto tiene que poner eternamente el lomo. Y de ajuste se pretende imponerles la reducción de nacimientos… Culpar a la natalidad de la pobreza, es negar la existencia de un sistema de absoluta injusticia en la asignación de recursos”.
El demógrafo Holandés Vim Diercksens, uno de los expertos de mayor prestigio en el mundo sobre el tema, dice que el bienestar de los pueblos depende del incremento del número de sus habitantes, pues sin dicho crecimiento el progreso económico es imposible.
Agrega que el error fundamental de los que opinan en sentido distinto, es su afirmación que la renta per cápita puede incrementarse reduciendo la población. Señala que “Llevando esta idea al extremo, tendríamos la Nación más fuerte cuando sólo tuviera un habitante”.
Desde su perspectiva, la población numerosa es una de las condiciones para la realización de un producto económico elevado dependiendo del régimen de producción vigente en cada país.