No hay que llamarse a engaño sobre la situación centroamericana y particularmente de Honduras, puesto que el factor de la influencia de Venezuela y de su presidente Hugo Chávez constituye pieza esencial en la conflictividad política de la región. Lo entendió a cabalidad el gobierno de Micheletti cuando dispuso ordenar la expulsión de los diplomáticos de ese país, con lo que espera provocar a Chávez, seguro de que eso es lo que más le conviene para afianzarse en el poder.
Y mientras tanto, Zelaya sigue dando muestras de que no entiende la situación porque se hace acompañar del Canciller venezolano en su remedo de ingreso al territorio hondureño, acto que terminó siendo una especie de payasada de poca seriedad pero que dejó claro el mensaje de la injerencia que tiene Venezuela en la situación hondureña.
Como había adelantado Castro en su columna criticando a í“scar Arias, Estados Unidos ya le está zafando la varita a Zelaya y ahora dicen que lo de ayer fue un acto de provocación, tesis que repiten como loros los de la OEA y el mismo Arias, con lo que se confirma la sintonía que mantienen. Pero sabiendo que justamente el tema de la influencia de Chávez fue lo que desató el golpe en Honduras, es absurda la posición del depuesto presidente porque hacerse acompañar de Maduro sí que es una gran provocación a su propio pueblo. Chávez debiera ser más sensato y por lo menos guardar apariencias en vez de continuar jugando ese papel protagónico que tanto daño les ha hecho a otros gobernantes.
Y es que si un presidente más del tipo Uribe en Colombia, propone la reelección y avanza en esa línea, seguramente que no lo botan como le pasó a Zelaya. Pero teniendo atrás a la figura de Chávez, que para muchos despide aquel olor a azufre que él detectó en la ONU cuando habló después de que lo había hecho George Bush, es obvio que la opinión pública de su país, la Prensa, los sectores dominantes y el Ejército que les responde ciegamente, no van a dar marcha atrás.
Justamente Micheletti, más hábil aparentemente, entendió que si provoca a Chávez sale ganando y por eso decidió ordenar la expulsión de los diplomáticos, pidiendo a Dios que el gobernante venezolano tenga un arranque de los que acostumbra y de esa manera ganar adeptos local e internacionalmente porque la figura de Chávez tiene la característica de que despierta enormes pasiones.
En otras palabras, lo de la reelección fue el motivo formal del golpe, pero la razón de peso fue la cercanía con Chávez. Y evidentemente Zelaya no aprendió la lección o, en el mejor de los casos, le vale madre aunque con ello ponga en riesgo su retorno al poder.