Al ex general Otto Pérez Molina simplemente le ocurrió algo humanamente normal: Tuvo miedo. Cuando una persona sabe que perderá una contienda, hace lo que hizo el ex general: No atiende al reto.
Otto Pérez Molina no atendió al reto que le hizo la ciudadanía a los dos candidatos presidenciales, a través de todos los medios de comunicación masiva, para que se enfrascaran en uno o varios debates o contiendas, como acostumbran los candidatos en otras latitudes, con la finalidad de que los dos expusieran su óptica sobre la actualidad guatemalteca y sus planes o estrategias iniciales para poner un alto, mitigar o iniciar acciones para, al menos, intentar estabilizar la situación social y económica en Guatemala, en caso de llegar a la primera magistratura.
En la cómica función de teatro montada, grabada, editada y presentada por «Libre encuentro», el ex general Pérez dijo que él no ve problema étnico en Guatemala, aunque sí está de acuerdo en que hay discriminación (¿?). Parece que el ex general abre una profunda brecha entre «problema étnico» y «discriminación», aunque, dentro del contexto, la discriminación es, generalmente, un problema étnico.
Parece que debido al desconocimiento del ex general sobre tan elementales aspectos sociales y, sabiendo que un debate contra una estructura mental académica de ingeniería no lo ganaría, «se rajó ’con carácter y decisión’», como apuntarían sus publicistas.
El ex general Pérez Molina hizo bien en no asistir a los debates. Seguramente hubiese salido intelectualmente mal parado. No olvidemos que ante las preguntas de Gutiérrez en «Libre encuentro», el ex general dijo que él piensa arreglar los problemas de Guatemala y de los guatemaltecos «con carácter y decisión». Olvidó la ley y la Constitución. No demostró, el ex general, mucho conocimiento sobre los problemas de fondo o, aún, de los serios problemas periféricos que afronta Guatemala.
Los problemas álgidos deben resolverse con respeto a los derechos humanos de los ciudadanos; conocimiento profundo de -cómo y porqué- lo que debe articularse, rearticularse y desarticularse; estructurarse y reestructurarse en Guatemala.
Una persona que desconoce sobre estos elementales conceptos, no podría gobernar a una nación que conlleva los espinosos problemas de Guatemala. Persisto en la idea de que, más que «mano dura», son conocimiento, valor, estudio y evaluaciones constantes, buena voluntad y buena utilización de la inteligencia, algunos elementos que ayudarían a una persona a hacer un buen gobierno para favorecer a la patria y a su ciudadanía.
Las llamadas súper cúpulas económicas y sus policías privadas, los conocidos grupos que conforman al crimen organizado y quienes manejan las armas deben ser, unos controlados y otros cauterizados.
¿Quién controla o fiscaliza las multimillonarias entradas mensuales del Irtra e Intecap, que son privadas pero cobran cuotas en calidad de impuesto a cientos de miles de pequeños, medianos y grandes empresarios? ¿í‰stos están en calidad se mafia o no? Por muchos años les ha financiado sus negocios, en efectivo, el pueblo de Guatemala y, ¿A cuánto asciende el beneficio final, comparativamente?
Sigan apechugando pues, los guatemaltecos, y no dejen de ir a votar porque es peor abstenerse. Nos veremos en las urnas y vote usted, lector amigo, con conciencia ciudadana para aliviar y cambiar la situación? pero, ¡Jamás para seguir igual o retroceder!