El euro subió ayer a un nivel jamás alcanzado frente al dólar desde su lanzamiento en 1999, un récord motivado por la desaceleración económica en Estados Unidos y la buena salud de Europa.
Y sobre la marcha registró un nuevo récord frente al yen, a 163,23 yenes.
A las 12H30 GMT la moneda europea alcanzó los 1,3682 dólares. La anterior máxima histórica del euro, que empezó a cotizar en 1999 y que actualmente utilizan unos 320 millones de personas en 13 países, se remonta al 30 de diciembre de 2004, cuando llegó a 1,3666 dólares.
Un récord que se venía venir desde hace una semana y que al final se concretó por el golpe de gracia que ha recibido el billete verde con la publicación ayer, a las 12H30 GMT, de las cifras del crecimiento estadounidense durante el primer trimestre.
El Producto Interior Bruto (PIB) estadounidense progresó a un ritmo interanual del 1,3% en el primer trimestre, lo que supone un retroceso con relación al último trimestre de 2006 ( 2,5%). Se trata del ritmo de crecimiento más débil en Estados Unidos en cuatro años.
Desde principios de año, el euro registra una progresión del 3,5%. Y desde comienzos de 2006, se apreció casi el 16%.
La explicación es sencilla. La zona euro se ha recuperado económicamente y Alemania, que durante mucho tiempo ha estado rezagada, ha vuelto a tomar las riendas de la locomotora. Mientras, la economía norteamericana se queda sin aliento.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó a mediados de abril que el crecimiento de la zona euro superará al de Estados Unidos en 2007, por primera vez desde 2001.
«El crecimiento de la zona euro alcanzó el 2,8% en 2006, y por lo de pronto este año parece resistir», comentó Howard Archer, analista de Global Insight.
Las repercusiones monetarias de esta situación son favorables a la divisa europea.
La tasa directriz de la Reserva Federal (Fed) es de 5,25% desde junio de 2006. Los economistas esperan que baje algo debido al estancamiento económico. En el gabinete Capital Economics se apuesta por una tasa directriz estadounidense de 4,50% a finales 2007.
En cambio desde finales de 2005, las tasa de interés de la zona euro pasaron de 2% í 3,75% -y el mercado prevé el 4% en junio-, lo que reduciría el diferencial favorable al dólar.
En este contexto, los inversionistas en busca de un buen rendimiento podrían dejar de lado el dólar, como vienen haciendo, en beneficio del euro, de la libra, o de los dólares de las antípodas, unas divisas con la reputación de ser muy rentables, a causa de sus tasas de interés (6,25% en Australia, y 7,75% en Nueva Zelanda).
Con unas tasas japonesas al 0,50%, el yen no saca provecho de esta tendencia, sino que, al contrario, se expone a la depreciación.
«El alza de las tasas estadounidenses entre junio de 2004 y junio de 2006 ha atraído flujos de capitales hacia Estados Unidos. Pero con el fin de este ciclo alcista (…), existe un gran riesgo de que estos flujos de capitales se desvíen hacia Estados Unidos, hipótesis ésta preocupante para el dólar», analizó Archer.
La mayor parte de los analistas consideran que el umbral de 1,37 debería ceder a corto plazo.
En la zona euro las reacciones no tardaron en aparecer, sin que por ahora cundiera el pánico.
El presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, declaró el viernes que «no estaba preocupado por las tasas» cambiarias del euro.
Para Michael Glos, ministro de Economía alemán, el nivel actual del euro «no es todavía motivo de inquietud».
Las reacciones en Francia podrían ser muy distintas. Los dos finalistas de las elecciones presidenciales, la socialista Ségolí¨ne Royal y el conservador Nicolas Sarkozy, no disimulan que son partidarios de una mayor intervención de los gobiernos en las decisiones del Banco Central Europeo, al que culpan de la apreciación del euro.