“Carlitos”, de aproximadamente 7 años, deambula diariamente por la Sexta Avenida de la zona 1 con un pantalón roto y un rostro muy sucio. Desde tempranas horas, el niño se dedica a pedir dinero en las calles y avenidas del Centro Histórico y se le ubica fácilmente con el traje de un superhéroe, aunque su vida solo tiene relación con trabajo, pobreza y limosnas.

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Este es uno de los muchos casos de niños y jóvenes que viven en las calles de la ciudad capital y el interior del país, y que se ocupan en la mendicidad para subsistir, ante la falta de sistemas de protección o políticas públicas para el correcto desarrollo de las familias y que impidan que estos escenarios se sigan repitiendo.
Y es que precisamente esta escena se repite en el Parque Central y el Parque Concordia, en la zona 1; la avenida Bolívar, en la zona 3, los semáforos de la calzada Roosevelt, la Avenida la Reforma y La Terminal, en la zona 4. A veces se pueden observar fácilmente a los niños “tragafuego” y madres con sus hijos de menor edad, en ocasiones sentados a la sombra de un árbol o en una esquina alejadas de los infantes.
Carlitos casi siempre va acompañado en las mañanas de su hermano menor, que aparenta tener 4 años y tomados de la mano retornan cada dos horas aproximadamente a un lugar ubicado a escasos metros, en las cercanías de un restaurante de comida rápida, donde la que parece ser su madre los espera con el botín de lo recolectado en ese lapso y con las instrucciones de seguir abogando a la caridad de los transeúntes y comerciantes del sector.
Cabe mencionar que la progenitora se ubica en ese punto para para ganar dinero a cambio de cuidar automóviles.
Así, la mayor parte de casos de niños y jóvenes que viven en condición de niños de la calle, ilustran la falta de atención y la escasez de fondos destinados a programas de prevención de la explotación laboral a la que son sujetos los menores, por el Estado.
Al ser abordado, Carlitos no quiere hablar; se nota el cansancio en sus ojos, por pasar casi 12 horas en el mismo lugar pidiendo limosnas para poder generar un ingreso a la economía de su familia compuesta por tres personas.
En medio de susurros y con la mirada perdida, relata que él y su hermanito sufrían maltratos físicos por parte de su padrastro y por esa razón su mamá decidió abandonarlos, aunque ahora vivan de la caridad de las personas.
Miles de niños y adolescentes guatemaltecos sin hogar se enfrentan, cada día, a distintos riesgos de la calle como la explotación sexual, violencia, hambre, crimen, trata de personas y abandono, e incluso al maltrato de su propia familia.
Asimismo, las organizaciones que atienden a niños de la calle en la capital son muy pocas, y lastimosamente esta problemática se ha ido proliferando sin que se pueda hacer algo al respecto.
PANORAMA ACTUAL
Se estima que alrededor de 5 mil niños y niñas viven en las calles de la ciudad de Guatemala. La mayoría tienen entre 7 y 14 años y provienen de zonas marginales de la metrópoli, a donde personas han emigrado desde el interior del país por razones económicas y en busca de mejores oportunidades de desarrollo.
La mayoría de las familias en condiciones de pobreza se dedican a pedir dinero en las calles y una de las causas que las familias acusan al dedicarse a la mendicidad, tiene que ver en menor grado a las condiciones económicas, por las que atraviesa y en el caso de los niños, el haber quedado huérfano o haber quedado embarazada, en las niñas y adolescentes.
Los niños de la calle pasan gran parte del día en puntos donde existe una mayor afluencia de comerciantes y de transeúntes, en terminales de buses y parques, en donde para sobrevivir mendigan y roban y muchas niñas son obligadas a prostituirse. Son casos excepcionales en donde se observa a los niños lavando o cuidando carros, haciendo mandados o cantando en las camionetas.
Retomando, en Guatemala, se calcula que unos 5 mil niños viven en condiciones de niños de la calle, realmente en condiciones precarias y donde la mayoría aprende a inhalar pegamento o cualquier otro químico que pueda mantenerlos alejados del hambre, frío y la soledad, se dedican a robar en distintos puntos y muchos de ellos, son obligados a mendigar para obtener algún ingreso económico por parte de personas que se dedican a la trata de personas.
Es de mencionar que los niños y adolescentes conforman más del 50% de la población guatemalteca y el 50% de la población menor de 18 años (alrededor de 3.7 millones de los niños, niñas y adolescentes) vive en condiciones de pobreza. La situación empeora en el interior del país donde el 76% vive en la miseria.
La escasez de recursos financieros para los gastos del hogar y la consecuente incorporación del menor al mundo laboral son también algunas de las principales razones por las que los niños no avanzan en su trayectoria educativa y no pueden romper con el ciclo de pobreza en el futuro.
En el área rural el niño, se incorpora a labores familiares o de generación de ingresos desde temprana edad, lo que provoca que no concluyan su nivel primario, o en todo caso no accedan al sistema de educación, convirtiéndose este en un problema integral.
EXPLOTACIÓN
En Guatemala, la mendicidad en menores de edad está íntimamente ligada a la explotación del infante, porque a menudo se logra comprobar cómo un niño es utilizado por los mismos padres para obtener un ingreso al seno familiar, ya sea alquilándolos a otras personas o poniéndolos ellos mismos en lugares estratégicos de la periferia, lo cual genera condiciones de máxima vulnerabilidad.
Leonel Dubón, de la Asociación Refugio de la Niñez, expone la necesidad de una intervención profunda de la Procuraduría General de la Nación para determinar quiénes están en mendicidad porque no tienen otra alternativa de vida y quiénes lo están porque los están explotando laboralmente.
Asimismo, Dubón indicó que esta situación refleja el fallo del sistema de protección a menores de edad porque las instituciones que forman parte del sistema de protección no están tomando las acciones necesarias para que los niños continúen exponiéndose a una serie violaciones de derechos humanos, como el derecho a la seguridad, a la educación, a la salud y a la alimentación.
“Hemos tenido denuncias de comunidades de Sololá, por ejemplo en donde alquilan a los niños por mes hasta por Q300 cada uno para llevarlos a la capital o al sur de México. Recibimos en 2013, tres denuncias donde estaban involucrados 20 niños. El año pasado hubo poco seguimiento por parte de la PGN a pesar de que se pusieron las denuncias correspondientes en el Ministerio Público”, explicó el funcionario de Refugio.
Para contrarrestar esta problemática, Erick Cárdenas, Procurador de la Niñez y Adolescencia de la Procuraduría General de la Nación, explica que existe un programa interinstitucional con la Municipalidad de Guatemala, la Fiscalía contra la Trata de Personas del Ministerio Público y la División Especializada en Investigación Criminal (DEIC) de la Policía Nacional Civil (PNC), para el rescate de estos menores, siempre y cuando exista una denuncia y se logre comprobar la explotación de la que están siendo objeto los infantes.
Según Cárdenas, 9 menores de edad fueron rescatados de las calles en el año 2013 y trasladados a albergues temporales.
“Sabemos que es multicausal el hecho que se esté pidiendo dinero en las calles, sin embargo no es justificable desde ningún punto de vista. Es un motivo por el cual se han hecho mesas de trabajo para poder determinar no solamente los lugares sino también las personas y determinar si existe una posible trata de personas o explotación”, argumentó el funcionario.
El representante de la PGN dijo además que han podido constatar que las personas que se dedican a explotar laboralmente a los menores, cambian de ubicación constantemente, por lo cual resulta difícil en ocasiones resguardar la integridad del infante y sancionar penalmente a estas personas que incurren en un delito.
“A la población en general, les pido que denuncien los hechos para que nosotros podamos monitorear y ubicar a los niños o a los padres y responsables que ponen a mendigar a los niños. El Estado como tal debe responder a las necesidades de todos estos niños. Todos estamos trabajando en conjunto para evitar este fenómeno social”, refirió.
POCA INVERSIÓN A FAVOR DE LA NIÑEZ
Según un informe presentado en 2012 por la Coalición Guatemalteca a favor del cumplimiento de los derechos de la niñez y la adolescencia, el Estado apenas invierte unos Q1,472 (US$191) al año por cada niño que habita en el país, lo cual convierte a la nación con menos inversión en la niñez en América Latina.
Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), organismo que lucha para erradicar la explotación, la trata y el abandono que sufren miles de niños, niñas y jóvenes en el mundo, señala que un 15% de los infantes en Guatemala realizan trabajos que menoscaban su derecho a la protección contra la explotación económica.
Lo anterior son Datos del Estado Mundial de la Infancia de 2014.
En este tema también cabe recalcar que aunque en los últimos años la niñez se ha beneficiado de grandes progresos en las esferas de salud y educación, la inversión social en Guatemala sigue siendo una de las más bajas de América Latina, lo que dificulta que el país desarrolle programas sociales significativos.
Asimismo, cuestionan la falta de recursos para las organizaciones que trabajan con los niños de la calle, lo cual se ve reflejado en los más de 200 niños que se encuentran en puntos estratégicos de la ciudad capital, no dejando de lado la cantidad de menores que se encuentran en los departamentos del país, sin atención estatal.
“Es lamentable y el resultado de la ineficiencia de los sistemas tanto educativo como político y obviamente se ve reflejado en cuestiones puramente familiares como la desintegración familiar y demás problemas. Por lo general son padres quienes explotan a sus hijos o personas que los contratan básicamente con autorización o permiso de los padres”, expresó Luis Catalán, coordinador del movimiento Jornadas de Acercamiento a Personas en Condición de Calle.
A decir de Catalán, las personas que operan estas redes infantiles de explotación, captan con mayor facilidad a los niños y adolescentes ofreciéndoles comida u otro tipo de regalos a las familias, a cambio de que los infantes pidan dinero en las calles. En algunas ocasiones, se sabe también que un niño puede ser alquilado hasta por Q40 diarios para esto fines.
“Esto no se justifica bajo ningún punto de vista, el hecho de que un niño esté siendo obligado a trabajar y eso es lo más doloroso, que es a través de los padres quienes los venden o los dan en alquiler para estos fines”, agregó el entrevistado.
INCREMENTO DE DENUNCIAS
En los últimos años se ha dado un aumento en los casos de maltrato y abuso a niños y adolescentes. De acuerdo a datos de la Comisión Nacional Contra el Maltrato Infantil (Conacmi), durante el 2013 se brindó atención a 170 casos, remitidos por distintas instancias públicas como el Organismo Judicial, el Ministerio Público y la Procuraduría de los Derechos Humanos.
Miguel López, director ejecutivo de la Conacmi, reconoció que el hecho que se continúen presentando estos casos es producto de la irresponsabilidad del Estado guatemalteco porque no provee las condiciones mínimas para que los niños estén en las escuelas o en espacios de recreación acordes a su edad.
El entrevistado también opinó que es preocupante que cada vez más niñas y adolescentes estén siendo “enganchadas” por estas redes de explotación y trata no solo para mendigar sino para prostituirlas o distribuir drogas al menudeo, entre otras acciones delictivas.
De igual forma, el directivo denunció que actualmente las familias obligar a los menores a mendigar en condiciones humillantes a su dignidad humana, sino además se utiliza a quienes tienen alguna discapacidad con el hecho de aprovechar su condición y abogar a la lástima y la caridad de la población.
“Siempre existe el dilema si se da dinero o no. Se sabe que muchos niños son hasta cierto punto torturados cuando no llevan una cierta cantidad de dinero a las casas. Son niños que permanecen hasta 12 horas en un lugar siendo explotados y con el riesgo de los carros circulando a alta velocidad, respirando el humo negro de los mismos, soportando condiciones del clima como el intenso frío y el calor con la lluvia”, enfatiza López.
Finalmente, la Defensora de la Niñez y Adolescencia de la Procuraduría de los Derechos Humanos, Gloria Castro, subraya que hacen falta políticas públicas de prevención a todo nivel que permita actuar de manera inmediata y efectiva a las distintas instituciones para evitar este tipo de situaciones que se siguen dando con los niños y castigar de manera ejemplar a los responsables de estas violaciones.
De igual modo, indica que este problema no solo se está dando en la ciudad capital, sino también en departamentos como Quetzaltenango, Totonicapán, Huehuetenango, Quiché, Sololá y otros donde los niños están en total desprotección y a merced de estas redes de adultos que los utilizan para explotarlos laboralmente.
“La sociedad en general damos dinero por compasión, pero el problema es que no sabemos qué pasa con ese dinero. Los niños no son quienes manejan ese dinero sino que este es entregado a los adultos. Todo es producto de que en Guatemala hay carencia de programas de orientación a padres y más aún, programas de búsqueda de empleo con un salario digno y que permita llenar las necesidades de los niños y niñas”, recalca la de la PDH.
Según un monitoreo, un niño que es obligado a mendigar puede obtener hasta Q250 diariamente, en una jornada de 14 horas, aunque en la mayoría de ocasiones son remunerados con ropa o comida.
170
Casos conoció Conacmi durante el 2013
Q1,472
Inversión pública al año por cada niño que habita en el país
15%
De menores realizan trabajos que menoscaban sus derechos
Q250
Puede obtener un menor en una jornada de 14 horas
Miguel López
Director ejecutivo de la Conacmi,
“Sabemos que es multicausal el hecho de que esté pidiendo dinero en las calles, sin embargo no es justificable desde ningún punto de vista. Es un motivo por el cual se han hecho mesas de trabajo para poder determinar no solamente los lugares sino también las personas y determinar si existe una posible trata de personas o explotación”.
Erick Cárdenas, Procurador de la Niñez y Adolescencia
“La sociedad en general damos dinero por compasión, pero el problema es que no sabemos qué pasa con ese dinero. Los niños no son quienes manejan ese dinero sino que este es entregado a los adultos. Todo es producto de que en Guatemala hay carencia de programas de orientación a padres y más aún, programas de búsqueda de empleo con un salario digno y que permita llenar las necesidades de los niños y niñas”.
Gloria Castro
Defensora de la Niñez y Adolescencia