El espejo de Andrea Eunice Rodas


Mario Cordero ívila

El espejo es un libro de Andrea Eunice Rodas, publicado por Editorial Universitaria a finales del año pasado. Se trata del relato ganador del «Primer Certamen Nacional de Literatura en el género narrativo de cuento (para estudiantes inscritos en universidades de la República de Guatemala)», un concurso que tuvo poca convocatoria, lastimosamente.


GENERALIDADES

El premio fue convocado y otorgado en el 2007, y un año después se publica.

El certamen iba acompañado con un concurso similar para catedráticos de universidades, sólo que en la rama del ensayo. En éste, se declaró ganador al ensayo Corrientes filosóficas que han influido en los sistemas pedagógicos contemporáneos de Olga Patricia Garcí­a Teni; el segundo lugar fue para Wagner Dí­as Chosco, con el ensayo Los laberintos de la red, y el tercer lugar fue declarado desierto.

En cuanto a cuento, el mencionado de Rodas fue el ganador; el segundo lugar fue para Eddy Roma, con el cuento Contra las cuerdas, y el tercer lugar para Jimmy Rigoberto Ramí­rez Ajcalón, con cuento Juyachi.

El concurso tuvo el objetivo de descubrir autores inéditos que se desarrollaran en el ámbito universitario. Eddy Roma ya habí­a publicado un libro con la Editorial í“scar de León Palacios, pero no por ello se puede decir que es un autor consagrado. Patricia Garcí­a también ha tenido cierta actividad intelectual dentro de la rama de la Filosofí­a, pero aún no muy conocida.

De los demás, desconozco su trayectoria.

LA EDICIí“N

El libro publicado sólo corresponde a El espejo, el cuento ganador; el libro es de 24 páginas, pero sólo doce son del cuento. Hago esta observación, porque es necesario ver cierto desperdicio en recursos, al publicar un libro donde sólo la mitad es lo puramente interesante. El resto reconoce al jurado calificador, al grupo organizador del gran evento -que tuvo poca convocatoria-, las autoridades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, de la Editorial Universitaria, más un prólogo, quizá innecesario para un cuento tan corto.

Quienes conocen de costos de imprenta, sabrán que lo más caro es la portada; en esta edición, se diseñó con buena calidad. Creo que para las finalidades del concurso, se hubieran incluido los tres cuentos y los dos ensayos ganadores, para difundir a los autores.

A veces es odioso decirlo, pero la industria editorial en Guatemala -aunque no todos- no ha aprendido a optimizar sus recursos, y falta mucho aprendizaje en algunos temas, como la diagramación, que a veces no utiliza el mejor formato, utilizando a veces un tamaño de fuente muy grande para un lector destino bastante culto (la letra grande está dirigida a un lector infantil o de la tercera edad).

También falta mucho en la corrección y edición del texto, y sobre todo, en la publicidad.

Pese a ello, la Editorial Universitaria es una de las mejores, o quizá la mejor en Guatemala, porque es la que tiene mejor definido cuál es su público destino, por lo que le permite vender todo el tiraje, y pensar rápidamente en las reimpresiones. ¿Muy materialista mi postura? Tal vez, pero cuando se mejoren las ganancias de las editoriales, éstas podrí­an pensar en publicar más tí­tulos, lo que beneficia a los autores.

EL CUENTO

Andrea Eunice Rodas es una estudiante de Ingenierí­a de la Universidad de San Carlos. Si el objetivo era reconocer talentos literarios, con ella se cumplió. La trama básica de El espejo es que un hombre de negocios, quien se cree imprescindible para su empresa, se está anudando la corbata, y mira en su imagen reflejada la pérdida de su esencia.

Recuerda, pues, su época como universitario, sus ideales, sus noviazgos de juventud, y los mezcla con el deterioro de su vida actual: su mala relación familiar, sus amantes, el temor que infunde en su empresa, etc.

Es decir, se narra un examen de conciencia inconsciente, el cual supongo que muchos haremos al vernos al espejo (de vez en cuando, al menos).

No creo que Rodas esté dedicada al cien por ciento a las letras, y por tanto, no creo que haya buscado una gran perfección en su cuento. Se le nota en su ortografí­a y su sintaxis, que no es muy pulida, pero sí­ logra transmitir su mensaje, y eso es mejor que quien -a pesar de escribir correctamente- no logra darse a entender.

Las tres o cuatro incorrecciones lingí¼í­sticas se pulen con un editor experto, sin mayores complicaciones, un procedimiento del cual, al parecer, no goza la Editorial Universitaria.

Andrea Eunice Rodas tiene un talento natural para las letras. En primer lugar, utiliza una narración en segunda persona, quizá la menos común en la narrativa, que opta por la narración en primera o tercera persona.

Supongo, por la naturalidad con la que escribe, que Rodas ni siquiera se planteó en escribir en segunda persona; parece que simplemente escribió y eso salió.

La narración en segunda persona es muy efectiva, porque el lector toma la narración como si alguien se lo estuviera diciendo de frente; muchas veces, el lector asimila para sí­ mismo la narración.

Y esto es importante para este cuento.

El espejo es un fiel reflejo de la sociedad actual. El hombre de negocios se cuestiona por su materialismo, su relativismo y la banalización de su vida actual. En contraste, recuerda su vida como universitario, el compromiso polí­tico, la guerra interna y otros fenómenos que configuraron la década de los setenta.

Se confronta, pues, un cambio de época, pero no narrando el punto de inflexión, sino que confrontando dos perí­odos completamente contrarios: el compromiso y la tensión polí­tica, con una sociedad banalizada y apolí­tica.

Este fenómeno ocurre en distintas sociedades. Por ejemplo, en Estados Unidos, tras el compromiso del movimiento hippie de la década de los cincuenta, sobrevino una gran banalización de la sociedad en los años ochenta. Me imagino que Ronald Reagan tuvo mucho que ver.

Pero tras una gran tensión provocado por el fuerte compromiso, la sociedad intenta reencauzar esa fuerza inconforme, en primer lugar banalizándola, como ocurrió con el movimiento hippie de finales de los sesenta, que habí­an perdido la fuerza de la Generación Beat. Después, la llegada a la Luna, adiós a Vietnam y John Travolta, y se iniciaba un perí­odo de supuesta pax estadounidense.

Los ochenta en Estados Unidos fue una de las décadas más deprimentes, sin grandes avances. Los antiguos hippies se habí­an insertado en las empresas (tal como le ocurre al protagonista de El espejo), y los hippies que se mantuvieron fieles al estilo de vida, fueron marginados.