El escándalo educativo


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Desde que el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, puso en vigencia el plan de “Ningún niño se quede atrás” (“No child left behind”), el énfasis en la aplicación de exámenes estandarizados ha sido la base para que distritos escolares puedan obtener más dinero si los resultados de los exámenes son altos y así demostrar que hay una mejoría anual en las calificaciones obtenidas en estos exámenes.

Raymond J. Wennier


Algunas de las quejas a ese programa, que por cierto no ha sido renovado por el presidente Obama, son que los distritos escolares de barrios pobres de las ciudades, inician con desventaja tremenda. No sólo es que los alumnos pertenecen a familias más pobres, que las familias están desintegradas, que los alumnos no han tenido las mismas oportunidades que los alumnos de las áreas suburbanas más favorecidas en el SES (estatus socio económico) y que los “mejores maestros” están en escuelas suburbanas y no en las escuelas en las áreas marginales (“iner city”) de las ciudades.

Ahora, el nombre del programa puesto en práctica por la administración Obama, se llama “Carrera a la cima” (“Race to the top”). Eso viene de la preocupación de que los Estados Unidos no alcanzan resultados tan buenos en los exámenes estandarizados internacionales, como lo hacen en otros países. Realmente está colocado en lugar muy lejano al número uno en el mundo.

Entonces, hay que seguir poniendo más énfasis en los exámenes estandarizados que miden los cursos de matemática, lengua y ciencia. Para lograr más énfasis, en el horario escolar los distritos escolares han tenido que cortar el tiempo dedicado a otras materias como arte, educación física, estudios sociales, idiomas, deporte. El nombre que ha puesto a ese énfasis es “STEM” (Science-Technology-Engineering-Mathematics). Noten ustedes, que las materias que complementan la formación total de la persona, no están incluidas. Si no se logran buenos resultados, los Estados no reciben más dinero y se ha tenido que “Enseñar para el examen” (“Teach to the test”) para lograr los resultados requeridos en el programa “Race to the top”.

El tema de las pruebas estandarizadas está sobre el tapete desde hace varios años en los Estados Unidos; tanto es así que profesores en las universidades de Harvard, Tufts, Boston y Brandeis, han hecho una declaración pública en la que piden a las administraciones escolares que dejen de usar los exámenes estandarizados para evaluar a sus alumnos, maestros y a las escuelas.

Hay una negación, de costa a costa, de parte de los alumnos a tomar estos exámenes. En este espacio no puedo nombrar a todas las organizaciones e individuos que en cada Estado están apoyando la negativa de aplicar los exámenes a los alumnos.

Tanta ha sido la presión puesta a los directores de escuela para lograr altas calificaciones, que ahora se ha desatado un escándalo penoso que ha descubierto que muchos distritos escolares están falsificando los resultados, de malos a buenos. Los maestros borran las respuestas equivocadas y llenan (las burbujas) con respuestas correctas.

Lo más notorio de este “engaño” (“cheating”) es que en estas semanas, ha sido encontrado en Atlanta, Georgia, que la señora Beverly Hall y 34 maestras más, usaron ese tipo de fraude para recibir reconocimiento personal, una bonificación económica y desde luego más dinero del Gobierno Federal para su distrito escolar. Pero, no ocurre únicamente en Georgia, también ha sido descubierto en otros treinta y siete estados más.

Los investigadores del “National Research Council”, en un estudio de nueve años, han concluido que el énfasis en exámenes estandarizados, en la última década, ha logrado muy poco progreso en el proceso del aprendizaje educativo.

Qué hacemos en Guatemala, donde algunas personas creen que las pruebas estandarizadas son la solución a una mejor educación, seguimos aplicando los exámenes estandarizados y llegar a donde Estados Unidos ha llegado, o nos atrevemos a tener sistemas evaluativos propios y a enseñar también las artes y las ciencias que forman al hombre integral.

“Yes, the testing culture does contribute to cheating”. Steven Lin