Wikileaks es una organización no lucrativa de prensa que se dedica a recolectar documentos secretos para hacerlos públicos. Creada en el año 2006, recibió una especial distinción de la prestigiosa revista The Economist por sus aportes a los medios de comunicación, y ha sido objeto de aguda controversia porque algunos piensan que la difusión de material secreto puede comprometer la seguridad mundial y, de manera muy directa, la de los países más poderosos.
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Ahora, con la publicación de cientos de miles de comunicaciones secretas del Departamento de Estado norteamericano con sus embajadas alrededor del Mundo, Wikileaks ha dado un golpe certero a la diplomacia norteamericana que compromete, en buena medida, las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo porque desnuda una actitud torpe y poco respetuosa hacia la soberanía de otros países. Tal y como se puede observar en mucho de lo que hasta ahora ha trascendido, hay una arrogancia enorme en el juicio sobre líderes de otros Estados y persiste una política de sometimiento a Israel en el manejo de la política exterior norteamericana que deja en pobre predicado a la administración actual.
Nuevamente se vuelve a poner en juicio la función de los periodistas, porque muchos critican la difusión de los documentos, pero la verdad es que el daño a la política exterior no es producto de la publicación, sino que de la forma en que se comporta la diplomacia norteamericana en su manera de obtener datos y de espiar aún a los gobernantes aliados, nominalmente, por lo que no sienten ningún respeto y no lo reflejan en los análisis que se envían al Departamento de Estado.
Una política exterior construida alrededor de acciones de espionaje que tienen más de chisme que de inteligencia, no puede construir alianzas tan fuertes como las que necesita una potencia mundial. La arrogancia que muestran los informes enviados al Departamento de Estado, tanto respecto a sus más fuertes aliados como con relación a otros líderes mundiales más independientes, se convierte al trascender en un serio problema para la señora Clinton que tendrá que pasar serios apuros para justificar el proceder de sus enviados alrededor del Mundo. Y por supuesto que más duro la tendrá en cuanto a explicar cómo es que resulta siendo Israel el que marca la pauta para la política norteamericana en el Medio Oriente y especialmente en el caso de Irán.
Resulta prácticamente imposible acceder a los datos concretos contenidos en el archivo de Wikileaks no sólo por el enorme tráfico que debe haber en cuanto a consultas, sino porque la página está siendo objeto de permanentes ataques cibernéticos que tienen la finalidad precisamente de dificultar el acceso, como si no fuera claro y evidente que las piezas más importantes ya están en poder de los principales diarios del mundo y que tarde o temprano serán de completo dominio público. Seguramente habrá acción legal en contra de los responsables de la sustracción de los documentos secretos, pero en todo caso lo que ha evidenciado todo este escándalo es la actitud totalmente ciega por arrogancia de un imperio que no trata a sus aliados como pares y que basa sus análisis de inteligencia más en chismes que en trabajos serios para entender a sus adversarios. Un revés muy duro, sin duda alguna, para la idea de Obama de construir una nueva relación con el resto del mundo luego de la amarga experiencia de los tiempos de Bush, pero obviamente sus operadores en el extranjero no entendieron el mensaje que dio el Presidente en su toma de posesión y luego en distintos foros internacionales respecto al respeto que Estados Unidos quiere tener por la comunidad internacional para verla como socia. Todo se vino al traste al conocer lo que ocurre diariamente en la práctica.