Durante los ya casi tres años de ejercicio del poder, los guatemaltecos hemos visto que el Presidente desborda entusiasmo cuando tiene oportunidad de dar declaraciones a los periodistas y nosotros, los que trabajamos en la comunicación social, sentimos la gloria cada vez que ofrece declaraciones y, sobre todo, cuando las mismas tienen potencial para generar polémica.
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Sin embargo, en las actuales condiciones es prudente para el Gobierno que el Presidente opine menos sobre el proceso interno de elecciones del partido que le llevó al poder, puesto que siendo él representante de la unidad nacional no puede participar en la actividad partidaria ni favorecer alguna de las opciones, aunque privadamente tenga sus propias simpatías e intereses. Y los periodistas tenemos que buscar la opinión del Presidente sobre temas más trascendentes, de verdadero interés nacional, a efecto de no contribuir a esa permanente vulneración del sistema legal que no conviene a nadie en el país.
Entiendo que el Presidente está marcado por su experiencia como Alcalde de la Ciudad de Guatemala, desde donde podía opinar sobre diversos temas sin que sus palabras tuvieran el impacto que tiene una declaración suya en calidad de Presidente de la República y tal vez por ello y por su personalidad tiene la tendencia a responder cualquier pregunta que se le hace, aun sobre temas que ameritan mayor reflexión y respuestas bien pensadas. No puede pretenderse cambiar la mentalidad y actitud del Presidente, pero creo que mucho contribuiría que sus funcionarios programaran de mejor forma la estrategia de comunicación para evitar que esté sometido a ese escrutinio casi diario de la prensa que no resulta beneficioso ni para él ni para el país, aunque para nosotros, los periodistas, sea tan interesante.
Guatemala necesita en estos momentos de decisiones muy maduras de las autoridades porque se avecina una campaña que se está presentando como peliaguda y difícil. En ese sentido, mientras más prudente sea el mandatario y mientras mayor su cuidado al abordar ciertos temas, mejor será para el país y me atrevo a decir que también para su mismo proyecto político. En estos momentos no hace ningún bien el exceso de comunicación y menos aún esa tendencia a interrogar al mandatario sobre cualquier tema. Está bien que le preguntemos sobre su postura respecto a la nueva versión de la Ley del Adulto Mayor, porque obviamente en ese campo sus respuestas son trascendentes y afectan a todo el país, pero andarlo persiguiendo para ver si se le ocurre alguna nueva candidatura en la GANA es verdaderamente inútil desde todo punto de vista. Ya vieron que ni siquiera Alejandro Giammattei se sintió tentado por su invitación a participar en ese proyecto.
Repito que buena parte de la responsabilidad de los excesos que se atribuyen al Presidente es de sus funcionarios que lo mantienen en constante exposición a la prensa. Y la otra parte de responsabilidad está en nosotros, los periodistas, que sabemos cómo despertar el entusiasmo presidencial y recurrimos fácilmente a ello con la idea de que así estamos logrando noticia de primera mano e importante. Y es que siempre que el Presidente habla el tema se vuelve importante, por una u otra razón, pero tenemos que entender que nuestro afán de lograr noticias no puede estar sobre los intereses de un país que requiere de expresiones mesuradas y razonadas sobre el acontecer nacional. Yo le recomendaría a la señora de Frade que programe una conferencia de prensa amplia y abierta periódicamente, pero no que el Presidente tenga que ofrecer una rueda de prensa todos los días de su mandato.