El entrenador, un héroe anónimo


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El apoteósico recibimiento que el pueblo de Guatemala le tributó el lunes 13 del presente mes de agosto al Campeón Olímpico, Erick Barrondo García, y a los demás deportistas que dignamente representaron a Guatemala en los recientes Juegos de Londres 2012, fue no solo una demostración de cariño y reconocimiento, sino la expresión eufórica de un pueblo tradicionalmente agobiado por el sufrimiento, que pocas veces ha tenido motivos de alegría generalizada.

Félix Loarca Guzmán


El mar humano que se desbordó por las calles de la capital guatemalteca, desde el Aeropuerto Internacional La Aurora hasta la Plaza de la Constitución, para dar la bienvenida al joven Barrondo, y a sus compañeros que integraron la delegación chapina, conmovió las fibras más íntimas de todos los guatemaltecos sin distingo de raza, clase social, posición ideológica o religiosa. Los atletas hicieron el milagro de unir a todos los guatemaltecos, en torno a la causa común de enaltecer a la Patria y de rendir homenaje a nuestros héroes.

Uno de los aspectos más emotivos fue que al frente del autobús que los transportaba, iba el gran Medallista Olímpico junto a su entrenador, el deportista cubano Rigoberto Medina. Ambos recibieron fuertes ovaciones de parte del público que inundaba todo el recorrido de la caravana.

Poco después de su arribo a la Terminal Aérea, Erick Barrondo, quien conquistó la Medalla de Plata en la competencia de marcha de los 20 kilómetros, respondió las preguntas de los periodistas ante la presencia del presidente de la República, general Otto Pérez Molina, de la vicepresidenta, Roxana Baldetti y del entrenador Medina.

En esa ocasión, nuestro Campeón Olímpico reiteró su agradecimiento por todo el apoyo que el entrenador cubano le ha brindado en el desarrollo de su carrera, al grado que él lo considera como su segundo papá. Sus declaraciones conmovieron a todos los guatemaltecos, sacando a luz que el señor Medina ha sido un verdadero héroe anónimo en toda esta cruzada deportiva, pues no ha escatimado esfuerzos profesionales e incluso económicos de su bolsillo personal, para conducir al pedestal de la gloria a su pupilo.

Este es un ejemplo hermoso, pues el entrenador ha hecho aportes más allá de lo que era su obligación deportiva, con un permanente estímulo hacia Erick Barrondo fortaleciendo su autoestima para seguir adelante.

Y lo más admirable es que se trata de un extranjero que no solo ha hecho bien su trabajo, sino demuestra una gran identificación con nuestro país. No es la primera vez que un ciudadano cubano, se entrelaza con nuestros sentimientos y nuestra historia. José Martí, el Apóstol de la Libertad de Cuba, estuvo en Guatemala compartiendo sus enseñanzas. Trabajó como maestro dejando un gran legado de sabiduría. Fresco está su pensamiento cuando decía: “Y me hice Maestro, que fue hacerme Creador”, tal como ahora lo ha demostrado el entrenador Rigoberto Medina.