EL ENCUENTRO


Ambas enfermedades, la fí­sica y la mental, la habí­an destruido casi por completo; se llamaba Fabiana Vitela, tení­a 39 años y mendigaba en las calles a fin de sobrevivir.

César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

A pesar de su aspecto repugnante, sus tristes e inocentes ojos oscursos hablaban de la hermosura y la pureza de su alma.

Cuando alguien la auxiliaba, Fabiana sonreí­a y pronunciaba las únicas dos palabras que sabí­a:

«Â¡Hola, Jesús!»

En su locura, ella tení­a la idea de que todo ser humano bueno era Aquél que vino al mundo a hacer el bien; por eso, siempre saludaba así­:

«Â¡Hola, Jesús!»

LA GENTE BONDADOSA ES LA IMAGEN DE DIOS.