El ejército chino lanza una gran ofensiva mediática


Un miembro mantiene la vigilia de cómo visitantes hacen fila junto a una señal de advertencia. AFP PHOTO / PHILIPPE LOPEZ

El ejército chino, acusado de opacidad por las grandes potencias extranjeras, ha lanzado una gran ofensiva mediática para reducir los temores que su creciente potencia suscita entre los paí­ses occidentales y sus vecinos.


Los occidentales, con Estados Unidos en cabeza, y algunos paí­ses vecinos como Japón, reclaman regularmente a China que haga un esfuerzo de transparencia en materia militar.

Su presupuesto de defensa para 2010 es de 532.100 millones de yuanes (unos 57.000 millones de euros o 70.000 millones de dólares). Pero el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) acaba de estimar que China destinó 100.000 millones de dólares a sus gastos militares en 2009.

El Ejército Popular de Liberación, creado en 1927 como fuerza de insurrección comunista, con campesinos descalzos, invirtió fuertemente en equipamiento y armamento en los últimos años.

Pero la ausencia de datos concretos levantan dudas sobre las ambiciones y los objetivos de Pekí­n, no solamente en tierra, mar y aire -con una aparente voluntad de dotarse de una fuerza de proyección para proteger, por ejemplo, sus intereses económicos-, sino también en el espacio y el ciberespacio.

Para tratar de convencer de su buena fe y de sus intenciones únicamente defensivas, el ejército, acostumbrado a verter su propaganda en el seno de la población china, hace gala de apertura ante los extranjeros.

«Hay cierta preocupación en el seno de la dirección del Partido (comunista) y del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el hecho que la creación por parte del ejército de una fuerza desplegable en el mundo sea acogida con sospecha y miedo», considera Richard Fisher, especialista del ejército chino en el seno del centro de investigación estadounidense, International Assessment and Strategy Center.

En abril, el ejército convocó a los agregados militares y a periodistas extranjeros a la presentación de su avión de caza más avanzado, el J-10, en la base de la 24ª división aérea, en Tiajin, cerca de Pekí­n.

El mes pasado, por primera vez, organizó un «viaje de prensa» para los periodistas franceses. Los británicos serán los próximos invitados.

El programa incluye un encuentro con los responsables de la oficina de relaciones exteriores del Ministerio de Defensa, una presentación por parte de la misión de la Marina china desplegada en las costas somalí­es para luchar contra los piratas, visita de ciertas unidades, entre ellas la sexta división blindada del distrito militar de Pekí­n.

Sin embargo, durante la visita a la sexta división blindada, aparte de la decenas de acompañantes, no se podí­a ver a ningún soldado.

Su comandante, el coronel superior (equivalente a general de brigada) Chen Xuewu, negó las necesidades de equipamiento: «se trata de conjeturas, nunca contesto a conjeturas».

Para los analistas, la operación de seducción no es suficiente y está lejos da la transparencia pedida por los paí­ses occidentales.

Para Fisher, China deberí­a responder a ciertas preguntas concretas sobre los proyectos de aquí­ a 2020 en materia de portaaviones, de buques anfibios de proyección, de aviones militares C-17 y también de cabezas nucleares.

Para Valérie Niquet, responsable del polo Asia en el seno de la Fundación para la Investigación Estratégica, basada en Parí­s, «la eficacia de esta estrategia de comunicación de Pekí­n está muy limitada por al contradicción que existe entre este discurso que se muestra conciliador y responsable y un modo de acción mucho más agresivo».