El Duende, el Espanto y el Lagarto


Periodista Héctor Vargas, hhvargas@hotmail.com

La proliferación de grupos pandilleros que existen no sólo en la metrópoli sino también en la provincia, ha ido creciendo de una manera exagerada al extremo que en todo el territorio nacional se cree que actúan por lo menos unos 80 mil mareros. Quizá nadie tenga una cifra exacta, pero se calcula que hay en Guatemala aproximadamente 500 maras que se dedican a robar, a asaltar, extorsionar, secuestrar y matar. La Mara 18 y la Salvatrucha son las más grandes y temidas por el grado de violencia que utilizan y porque cuentan con múltiples ramificaciones en diferentes puntos de la capital y del interior del paí­s. Estos parásitos de la sociedad que no sólo se dedican a robar, sino que también se convierten en violadores y asesinos, se pasean tranquilamente aún por el mero centro histórico y parece como que las atrocidades que cometen estuvieran fuera de control y lejos de que de alguna manera la justicia los alcance. Parece como que las bestialidades que cometen fueran el pan nuestro de cada dí­a, y que estamos tan acostumbrados que ni coco le ponemos a las injusticias que a diario se viven en Guatemala, paí­s de la eterna impunidad y pueblo baboso que casi a todo le dice amén. En el pasado gobierno el mando del conejo Berger, la situación fue intolerable y llevó a los guatemaltecos a una sensación de impotencia que se tradujo en desencanto ya que con Berger perdimos todos. Ahora, en el recién estrenado gobierno del gavilán, haber que tal nos va, ojalá el seco de Colom se ponga las pilas, se apriete el cinturón, hinche aquello que usted ya sabe y proceda con inteligencia a combatir la delincuencia. Fí­jense ustedes, que la mera verdad es que la PNC cumple su función al realizar operativos y consignar a centenares de delincuentes, es decir a estas basuras que están deteriorando, desacreditando o desprestigiando a la población guatemalteca, que dicho sea de paso está mal vista ante la comunidad internacional. El caso es que desgraciadamente la mayorí­a de jueces son corruptos, se venden al mejor postor y dejan inmediatamente en libertad por falta de pruebas a los angelitos, es decir a los niños inocentes. Los comisionarios de policí­a indican que a sus elementos les lleva tiempo capturar a los mareros y que éstos no tardan en prisión, ya que a los pocos dí­as salen libres. Algunos no tardan ni siquiera 24 horas, tal es el caso del el Duende, integrante de la Mara 18, donde también figuran el Espanto y el Lagarto y a quienes se les indica de haber participado en la matanza de siete jóvenes en la aldea San Antonio Las Flores. 200 policí­as participaron en el operativo, realizaron dos allanamientos y lograron la captura de Miguel Garcí­a Alvarado de 19 años, alias el Duende, acusado de participar en dicha matanza. La sorpresa fue mayúscula, la noticia atravesó fronteras y en menos de lo que canta un gallo, el Duende fue dejado en libertad. La justicia en Guatemala es ciega, sorda, muda y prostituta; en otro plumazo les contaré algo sobre estos cuatro puntos, pero no cardinales, sino pura lata.