Los rusos lo consideraban un «acto de barbarie» reservado a los europeos, pero los nobles lo asumieron como un arte de vivir que costó la vida a uno de los poetas rusos más grandes, Alexandre Pushkin. El «duelo ruso» se expone en Moscú hasta mayo.
«La idea de defender su honor personal era ajeno a la nobleza rusa», pone a la entrada de la exposición del museo Pushkin de Moscú, que sitúa el primer duelo en suelo ruso el año 1637 entre unos oficiales alemanes.
Pero las reformas de Pedro El Grande (1672-1709), «para acercar a Rusia de Europa, hicieron todo lo posible para favorecer la emergencia de este ritual», resalta la exposición.
El visitante descubre, gracias a documentos históricos, la afición creciente de los rusos por el duelo, que culminó a finales del siglo XVIII y principios del XIX en la alta sociedad. La plebe no tenía «honor» que defender.
El duelo ruso tenía sus puntos específicos. Más cruel, podía celebrarse a una distancia de cinco pasos, en lugar de veinte en general en Europa, y era mortal de necesidad.
Rica en generales ilustres, Rusia posee asimismo un duelista «ilustre», un conde Tolstoi, sobrino del gran escritor, que mató a once adversarios con total impunidad.
«Buscaba la bronca con todo el mundo y proponía a sus amigos batirse en duelo en su lugar, era un intrépido», confía Lydia Ivtchenko, comisaria de la exposición.
Pedro El Grande entendió rápidamente el efecto devastador que tendría la violenta tradición en los oficiales de su ejército y la prohibió por decreto. El zar todopoderoso castigó el duelo con la pena capital.
A pesar de ello, la moda se enraizó rápidamente en la nobleza de San Petersburgo, apasionada por las armas e impregnada de cultura europea. Los zares no se oponían todos a esta forma de justicia extrajudicial con fuertes tintes románticos.
El extravagante Pavel I (1797-1801), ofuscado por el emperador de Austria y por el rey de Inglaterra, los invitó oficialmente a batirse en duelo con pistola teniendo como testigos a sus respectivos ministros de Relaciones Exteriores. «Ni se dignaron contestarle», dice con una sonrisa Lydia Ivtchenko.
El duelo es un tema central en la obra de Alexandre Pushkin, de quien se dice que anunció su propio final trágico en su obra maestra, «Eugenio Onieguin». Una sala entera está consagrada al duelo en la literatura rusa, de Pushkin a Tolstoi pasando por Dostoievski o el brillante Lermontov, muerto en duelo a la edad de 26 años.
Los duelos estaban motivados con frecuencia por naderías, una mirada o una palabra desafortunada. No así el de Pushkin cuando retó al joven barón francés Georges d’Anthí¨s.
La exposición muestra las dos pistolas prestadas especialmente por Francia, una de las cuales disparó la bala fatal esa mañana de febrero de 1837 en un prado nevado de San Petersburgo.
La lectura de la carta anónima original, en francés, que dio pie a la tragedia, permite calibrar la afrenta sentida por el escritor: «la gran cruz de los caballeros de la serenísima orden de los cornudos reunidos nombra a Alexandre Pushkin coadjutor del gran maestro de la orden de los cornudos».
Para el ya célebre poeta, se trataba pues de defender su honor y también el de su esposa, la bella Natalia Gonsharova, cortejada sin remilgos por D’Anthí¨s. ¿Llegó a engañarlo?
«Jamás de los jamases», asegura la comisaria de la exposición, que contradice la versión más extendida.