En la era de la sociedad de la información y del imperio del mercado, ambos poderes deben ser limitados en beneficio de la libertad individual y del bienestar, para que mente y espíritu no sean invadidos por verdaderos monstruos carentes de toda ética, y propensos a los abusos en función del lucro de pequeñas minorías que atentan en contra de la democracia y del Estado.
Y eso es lo que está pasando en la Inglaterra actual en donde la propia prensa independiente clama a gritos el control del aberrante imperio mediático creado por Rupert Murdoch, el dueño de News Corporation.
Murdoch es nada más y nada menos que el hombre fuerte del famoso e influyente Wall Street Journal, el periódico más leído a escala mundial en el mundo corporativo, de clara faceta conservadora.
El magnate incluso ha estado obligado a reunirse con la familia de la niña Milly Dowler para expresarles sus muestras de arrepentimiento luego de que uno de los medios de su propiedad pinchara el celular de la niña cuando había desaparecido en un incidente que ha dado mucho que hablar en la prensa británica.
La gota que derramó el vaso de la penetración de Murdoch en la manipulación de vidas y haciendas de la sociedad británica han sido las revelaciones de los procedimientos antiéticos, incluyendo escuchas telefónicas a los jerarcas políticos, practicados por espías contratados para el oficio periodístico y de dudosa reputación por Rebekah Brooks, gerente general de News of the World.
Ante tal situación, los jerarcas laboristas plantean que la actual legislación sobre propiedad de los medios en Inglaterra está desactualizada, y necesita revisarse, en función de evitar situaciones muy propensas al abuso. Y en el caso de la prensa dicho abuso es muy delicado, en virtud de que trata de la manipulación de la información en una sociedad democrática.
Resulta ser que el poder adquirido por Murdoch en los medios británicos es mayor al veinte por ciento, con su participación en numerosos medios televisivos, radiales y escritos.
El tema ha acaparado la atención de la sociedad civil y el mundo corporativo, en virtud de que un pilar tan sagrado en las sociedades democráticas, como lo es la libertad de prensa, está siendo socavado por el poder del dinero.
Y es que resulta ser que el escándalo inglés causado por Murdoch es un eslabón más de una cadena de escándalos y manipulaciones causadas por grandes intereses corporativos, que han llevado incluso a la compra de oficiales públicos para obtener información privilegiada, siendo entonces un terreno de irrupción de la normativa de tipo penal.
Y los escándalos han llegado a tal extremo que hoy, tanto en los Estados Unidos como en Inglaterra se habla de la necesaria presencia de una agencia reguladora de los excesos de la prensa diaria, tema éste que dará mucho que hablar a los defensores de la libertad de prensa y la libertad de mercado.
El tema Murdoch es como para remojar las barbas en aguas del aldeanismo mediático centroamericano en donde diversos hombres de negocios han invadido el mundo electorero-político, y el mundo de la prensa; y es que recordemos que como hoy la bota militar ya no impone como antes, hay que manipular la democracia a través del mundo de las ideas y la penetración de la esfera pública.