«El director de orquesta dejó de ser dictador»


Diego Matheuz, director venezolano, sustituyó el pasado domingo al legendario maestro italiano Claudio Abbado, lo que le dio proyección mediática a nivel internacional. FOTO LA HORA: ARCHIVO

El talentoso venezolano Diego Matheuz, que el domingo sustituyó en Italia en el podio al legendario maestro italiano Claudio Abbado, se confirmó entre los mejores directores jóvenes del momento, un oficio que ha cambiado porque el «director de orquesta dejó de ser un dictador», dijo.


«La relación con la orquesta ha cambiado, el director dejó de ser un dictador que se sube al podio para dar órdenes. Eso está cambiando y la comunicación con los músicos también, lo que va muy de acuerdo con mi forma de ser, abierta», aseguró Matheuz a la AFP.

El joven director de orquesta venezolano, de 25 años, quien debutó en 2008 en Puerto Rico ante la audiencia internacional, reemplazó por motivos de salud a Abbado en el concierto en Parma (norte de Italia) con la Orquesta Mozart, lo que representa un lanzamiento prestigioso y a la vez inesperado.

«Fue un momento emocionante y de gran responsabilidad, sobre todo por la forma como lo supe, sólo media hora antes», cuenta Matheuz, quien vivió en carne propia lo ocurrido a célebres personajes de la música, entre ellos Marí­a Callas, quien reemplazó a Renata Tebaldi en 1947, lo que supuso su verdadero debut y el inicio de una carrera imparable.

«Me ha dado un gran impulso, aunque lo tomo con tranquilidad y el respeto que se debe», reconoce el músico, quien se formó en el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela fundado por ex ministro de cultura venezolano José Antonio Abreu, llamado «papá-dios» por haber creado hace 30 años el imponente sistema de orquestas.

«Diego es un gran talento, es el fruto del sistema creado por Abreu, es decir de la mayor idea revolucionaria musical de los últimos decenios», escribió Abbado.

El director italiano elogió «la inteligencia, el carisma, las ideas claras y la relación humana que establece con los músicos, algo raro», subrayó.

«He dado lo mejor y la gente quedó emocionada, el público me recibió muy bien», reconoce Matheuz.

Abbado lo nombró además «director invitado principal» de la Orquesta Mozart, con la que deberá inaugurar en marzo del próximo año en Boloña (norte de Italia) la temporada 2010 para luego seguir dirigiendo en Israel, Canadá y otros paí­ses de Europa.

«Sí­, es verdad, esta surgiendo una generación de talentos jóvenes en toda América Latina, de 19 a 15 años», asegura con modestia el músico, quien al parecer tendrá que dejar el violí­n, su instrumento, para pasar a la dirección.

«Estoy en eso ya, mi futuro es la dirección, aunque siempre cargo mi violí­n», admite Matheuz quien intentará también seguir enseñando música a los niños pobres de su paí­s, como ocurrió con la orquesta venezolana de Los Chorros, formada por niños de la calle.

«Ha sido una experiencia muy bella, la mejor contribución que podemos hacer para que el sistema de orquestas continúe y se extienda a otros paí­ses. Además ha sido un aprendizaje doble, para ellos y para mí­», sostiene.

Su relación con el otro talentoso joven director de orquesta venezolano, Gustavo Dudamel, más que suscitar envidia le genera admiración.

«Imposible competir con él, porque somos amigos y me ha ayudado mucho. Es que hay espacio para los dos», afirma tras haber trabajado el año pasado como su asistente en la Orquesta Juvenil Simón Bolí­var y en la Gothenberg Symphony Orchestra de Suecia y se prepara a colaborar con él en la prestigiosa orquesta Filarmónica de Los íngeles.

Como su compatriota, Matheuz ama la música latinoamericana, «salsa, tango, merengue», dice.

«Es que disfruto tanto una sinfoní­a de Beethoven como un bolero de Manzanero. La música es siempre música, aunque hay buena o mala», explica.