El diálogo, el análisis, el debate y la tolerancia: ¿grandes ausentes?


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La propuesta de reforma constitucional lanzada por el actual gobernante, pudo demostrar varios aspectos que merecen destacarse. Por un lado, generó la oportunidad para el diálogo, en términos que la reforma pudo haber sido un punto de discusión interesante, entre los ponentes y el resto de actores de la sociedad, principalmente cuando se plantean cambios al único pacto social que hemos arribado civilizadamente, aunque en un contexto de contrainsurgencia.

Juan José Narciso Chúa


De esta cuenta, el propio gobernante presentó a diferentes instancias dicha propuesta y aunque no se generó debate abierto y detenido al respecto de su forma y sustancia, si se tuvo reacciones inmediatas al respecto de la misma.

A pesar de la importancia al respecto de los cambios a la Constitución Política, el proceso de diálogo fue limitado, realmente se hicieron presentaciones a diferentes personas y grupos, pero se buscó apremiar el paso para poderla presentar rápidamente al Congreso, cuando no había necesidad de apresurarla y se debió mantener un proceso de diálogo constante.

En cuanto al debate, se oscureció ante la defensa atrincherada de intereses sectoriales o de la defensa de grupos de interés.  Esto se pudo demostrar precisamente cuando se requería mayor capacidad de análisis, una amplitud de criterio para la reflexión y una mayor propensión a debatir.  Contrariamente, las personas y grupos optaron por la descalificación por diferentes medios, la defensa abierta u oculta de los grupos de presión o bien la valoración en la forma más que en el fondo.

El debate quedó más para los medios de comunicación, radio y televisión principalmente, pero bajo una perspectiva global de la reforma y algunos aspectos particulares de la misma, no se dio una apertura total a discutir sana, técnica, profesional y alejado de intereses y representaciones profundizando sobre la importancia y trascendencia que para la sociedad y su futuro tendría esta reforma.

Se pudo apreciar una defensa permanente del statu quo con respecto de adentrarse a discutir con seriedad cambios de fondo en el contenido de la Constitución que ameritaban no imponerse, ni tampoco rechazarse de tajo sin ningún análisis, ni mucho menos atacar la reforma, sin ningún argumento como ocurrió con diferentes sectores.

Guatemala y su sociedad demandan mayor seriedad en el debate, no se pueden dejar las decisiones finales únicamente a instancias de personas o grupos que constituyen instrumentos de grupos interesados y que únicamente plantean aquellos cambios que los benefician o que no los afectan, pero no se entretienen en otros aspectos que inciden sobre el tejido social y el futuro de la sociedad.

Ocultar y tergiversar la verdad sin una discusión amplia y profunda de los puntos de vista, más allá de la retórica, de los encuadres discursivos, de analogías absurdas, no tiene ningún sentido, únicamente sirve para engañar, para ocultar la verdad escondiéndose en la globalidad o bien adjetivando o emitiendo juicios valorativos sin sentido.

Es imprescindible para el conocimiento de toda la población la discusión abierta, franca y profesional y dejar fuera los discursos anquilosados, circulares y atrincherados, sin que medie una discusión sana, una reflexión crítica, un pensamiento abierto a cualquier nueva propuesta, que sea de beneficio general, discursos sin nada de fondo, realmente demuestra una incapacidad manifiesta a la apertura, niega la modernidad y reafirma únicamente la misma postura de toda la vida.

El eje de las discusiones debe ser sobre la cuestión sustantiva de la propuesta de reforma, rechazarla sin ningún argumento, no aporta nada al debate, al análisis y la reflexión, sólo demuestra intolerancia e ignorancia.  Es preocupante que únicamente se afirme que no se está de acuerdo con la misma, sin el mínimo análisis, aunque seguramente el contenido de la presente propuesta adolece de cambios de fondo, no quiere decir que muchos de ellos no sean positivos.

En cuanto la intolerancia, seguramente el racismo es uno de los rasgos que mejor demuestra la incapacidad de discutir y tolerar las diferencias y el juego libre de ideas, el actual presidente del CACIF mostró una actitud realmente lamentable cuando habló al respecto de una sociedad multicultural, multilingüe y multiétnica.

Se necesita mayor seriedad frente al diálogo, se requiere el uso del análisis, se necesita el debate en el marco de la tolerancia, principalmente cuando estamos hablando de reformar nuestro único pacto social, creo que por prisas y por falta de debate, se perdió una buena oportunidad. Lástima.