Tengo que reconocer que he sido durante mucho tiempo simpatizante del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, por la forma en que logró despertar en la gente esa habilidad para creer en ellos mismos con el afán de cambiar e incidir de forma positiva en el futuro y sin depender de los políticos, algo que tanto nos falta a los guatemaltecos.
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En su primera campaña en el 2008 tuvo, además del talento, habilidad para presentarse como un político diferente y con su fácil discurso se benefició de una Presidencia totalmente impopular como la de George Bush, marcada por graves problemas tales como la crisis económica, dos guerras y el irrespeto que mostró hacia la diplomacia mundial. Obama fue el crítico número uno de Bush.
De esa cuenta, Obama centró su primera campaña en el cambio y se fue posicionando como un estadista diferente a Bush, tolerante y dispuesto a privilegiar la diplomacia por sobre todas las cosas. Algo que Obama usó durante las dos campañas y que le resultó vital para ganar, fue aquella famosa frase de Edith S. Childs, “fired up, ready to go” que surgió de una visita que éste realizara a Greenwood en Carolina del Norte.
Cuando el hoy Presidente explicó esa anécdota, literalmente decía, que esa frase había cambiado el ambiente del salón donde él se encontraba a principios de la campaña y que eso había marcado el resto de la contienda. Obama dijo: “Esto les enseña lo que una voz puede hacer (en referencia a Childs); una voz puede cambiar un salón y si una voz puede cambiar un salón, puede cambiar una ciudad y si puede cambiar una ciudad, puede cambiar un Estado y si puede cambiar un Estado, puede cambiar una Nación, y si puede cambiar una Nación, puede cambiar el mundo…. Su voz puede cambiar el mundo” decía un encendido Obama en su cierre de campaña.
Y a pesar de que Obama ha cumplido muchas de las cosas que ofreció y ha luchado por los más necesitados, hoy, lastimosamente nos damos cuenta que el poder cambió a Obama y a esa voz que pudo hacer la diferencia en los temas de seguridad pues no ha sido franco con su gente y el mundo. Obama empezó fallando cuando prometió durante la campaña que iba a clausurar la cárcel de la bahía de Guantánamo en Cuba, misma que sigue operando al día de hoy.
Y la máxima decepción, llegó hace unas semanas cuando, a través de Edward Snowden, el mundo conoció que por medio de una ley que fue aprobada por George Bush y refrendada por Barack Obama, Estados Unidos seguía espiando e interviniendo, en secreto, las comunicaciones del mundo en “aras” de la seguridad.
Que estén espiando a la gente no es nuevo en sí y es algo que ocurre en todas partes del mundo incluida Guatemala. La realidad que nos espíen por todos lados no excusa el hecho o lo hace impune, pero mi punto de hoy es más la decepción que resulta que un político que se presentó como diferente, que quiso marcar distancia de los excesos de Bush, ahora haga lo mismo sin haber sido franco con su gente y el mundo, porque fue hasta ayer que Obama reconoció que todas las naciones, incluidos los aliados, se espían unos a otros.
Basta saber que cuando se habla de inteligencia, ésta lleva implícita cosas secretas que por su naturaleza no se revelan, pero Obama prometió ser franco, prometió que tendría salidas en falso, pero que siempre hablaría con la verdad y estas acciones lo dejan en deuda y como un político más, otro político al que el poder y sus asesores logran cegar y lo hacen abandonar sus promesas hechas a la gente, por la gente y para la gente, como él mismo lo refrendó en su segunda toma de posesión.
Obama superará el atolladero en el que lo metió Snowden porque al fin y al cabo vivimos en un mundo en el que las gobiernos no tienen la solvencia para criticar las escuchas y su pueblo, que ha renunciado a la libertad por la seguridad, no dirá mucho pero sí será muy difícil recuperar la imagen del político con una mirada cristalina, que le hablaba con la verdad a su pueblo y al mundo.