Es en verdad un rito que se repite cada cuatro años aunque los actores sean diametralmente distintos. Los políticos cuando están en campaña y sus parientes, aplauden a la prensa que ve la paja en el ojo ajeno, en este caso del partido de gobierno, y encomian la labor informativa que permite a la ciudadanía conocer la realidad del país. Pero los que ganan la elección empiezan a sentir desde el mismo 14 a las 14, como decía López Rodas, malestar por la forma en que la prensa reseña sus actuaciones.
ocmarroq@lahora.com.gt
Si no hay suficientes elogios por el discurso de toma de posesión, ya los recién llegados sienten que la prensa empieza a perfilar su mala intención, no digamos cuando se produce la primera crítica seria y peor aún si se hace algún señalamiento de malos manejos. Y por supuesto que esa actitud no es únicamente del funcionario sino de sus parientes, porque mientras la prensa criticaba a otros era buena, aguerrida, objetiva y comprometida con los intereses del país, pero cuando se empieza a ver no sólo la paja sino la viga en el ojo de los que temporalmente detentan el poder, esa misma prensa que siempre fue vista como honesta es calificada como vendida, como servidora de intereses espurios.
Algunos políticos menos mediocres por lo menos dicen que lo que pasa es que la prensa no tiene toda la información que tienen los que llegan a la cima y que por lo tanto sus enfoques son siempre parciales y sin estricto apego a una verdad que está limitada a los iluminados que alcanzan la gloria. Otros, los más mediocres, simplemente dicen que la prensa que no les aplaude, como nunca aplaudió a otros, está vendida y es antipatriótica.
Ahora que me entero de lo que dijo Fuentes Knight sobre La Hora en reciente reunión, achacando el comentario a un su hijo, ratifico la idea que siempre he tenido de ese funcionario y por ello es que no me sorprende en absoluto que después de haber filtrado él la información de que la esposa del Presidente estaba boicoteando su proyecto de presupuesto y que estaba dispuesto a irse si el Congreso no lo aprobaba, haya apechugado tranquilamente para continuar en el cargo no obstante la convicción que mostró cuando dijo que continuar con el presupuesto del año pasado era fatal para el país.
En La Hora no hemos cambiado nuestra línea y siempre tratamos de ser objetivos. Aun en circunstancias especiales cuando tenemos todas las razones del mundo para no serlo, mantenemos el criterio de que no estamos ejerciendo una función para desaguar nuestras pasiones sino para mantener una línea y tradición que este año alcanzará los noventa años y en la que no hemos claudicado. Nuestros compromisos con la democracia y con la justicia social son mucho más poderosos que nuestras fundadas razones para convertirnos en críticos sistemáticos.
Pero una cosa es ser objetivo y otra muy distinta apañar trinquetes y obviamente para el ministro de Finanzas no puede ser agradable que alguien le diga que mantiene y apuntala la corrupción con esa tendencia a inyectar pisto a fideicomisos que ni siquiera la siempre inútil Contraloría de Cuentas puede fiscalizar, no digamos la sociedad. El tiempo permitirá ver quién se mantiene fiel a sus principios e ideales y quien se acomoda para cuidar un hueso o para que le den anuncio.
El día que un nuevo grupo de funcionarios no nos vea cambiados, es que ya caímos en el juego.