La historia de la vida de Ludwig van Beethoven es una parada obligada para todos los melómanos y los hombres que aman la libertad, como dice su biógrafo Emile Ludwig por lo que veremos algo de ella en forma breve:
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela
Mientras el ilustre maestro estaba de gira en Leipzig, interpretó sus composiciones ante el rey de Prusia, quien lo invitó a quedarse en su corte, lo que no aceptó el compositor. Sin embargo, el monarca quedó maravillado con la música de Beethoven, que sirve de auténtico marco sonoro para Casiopea, esposa de miel a quien amo como amanecida fruta de mis dedos sensitivos y tiene en cada mano regazos de luz que irradia desde la conquistada vivienda de su corazón alado.
Todo parecía ir bien, pero una oscura amenaza se cernía sobre su bienestar: la sordera empezó a dejarse sentir; al principio muy débilmente, pero aumentó poco a poco durante 1796.
Beethoven mantuvo escondido su mal y trataba de disimularlo, pero iba en aumento, al grado que en 1808 renunció a su carrera como pianista. Empezó a procurar el menor trato con sus semejantes y se volvió poco sociable, las personas empezaron a criticar su nuevo carácter agrio y huraño. No sabían que ocultaba la sordera. Como músico no quería que nadie se diera cuenta de su enfermedad hasta que no fue posible ocultar más tiempo su secreto y tuvo que confesar a sus amigos la verdad. En 1819 la sordera fue total y para comunicarse, sus interlocutores escribían en cuadernos lo que tenían que decirle. Existen todavía estos famosos cuadernos de conversación con las notas de cuantas gentes se comunicaban con el angustiado músico. Cada vez se alejaba más del trato con otras personas y mantuvo relación solamente con un reducido grupo. Su carácter, efectivamente, se tornó agrio y duro y mucha gente se alejó y no volvió a frecuentarlo.
Sin embargo, y mediante enormes esfuerzos de voluntad y venciendo dificultades casi insuperables, continuó su trabajo de compositor, en estas condiciones produjo sus obras más portentosas, aquellas que son inmortales y que el mundo nunca olvidará.
Componer era para él un esfuerzo abrumador; trató por cuantos medios pudo: trompetillas para el oído, resonadores que sostenía en la boca, entre otros, todos para poder percibir el sonido, pero no lograba mucho; en realidad, imaginaba cómo sonaban las notas y así compuso infatigablemente hasta su muerte.
De esta época es el famoso Testamento de Heilingstadt que consiste en una carta dirigida a sus hermanos y fechada en esa ciudad, por lo que lleva ese nombre. En esta carta, Ludwig van Beethoven expresa su desesperación y dolor al ver que las gentes interpretaban su reserva como falta de afecto, cuando él sentía un profundo amor por la humanidad y tenía que alejarse de ella. Esta carta es conmovedora y muestra la generosidad de sus sentimientos y la profundidad de su tragedia.
Sin embargo, su pensamiento independiente y considerado actualmente como un hombre progresista, hizo que siguiera adelante a pesar de su terrible mal que lo marcó hondamente. Su temperamento rebelde y libre a pesar de que la aristocracia de Viena lo pensionó de por vida, a condición de no abandonar la residencia permanente en esa ciudad, siguió siendo su bastión en momentos tan difíciles.
Existen numerosas anécdotas que muestran su verdadero desprecio por los falsos valores. En una ocasión escribió al príncipe Lichnowsky con quien en un tiempo tuvo amistad, pero del que hubo de distanciarse: Usted es un gran hombre por su nacimiento, yo lo soy por mi esfuerzo y capacidad. En materia política simpatizo en un principio con Napoleón Bonaparte.