La nueva temporada de dengue llegó con anticipación y fuerza a América Latina, donde se prevé un «año complicado» para los que luchan contra esta enfermedad transmitida por mosquitos, presente en cada vez más países, con una tasa de mortalidad cercana a la de la gripe.
Según la última alerta epidemiológica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), del 8 de marzo, en 2010 ya han sido señalados 146.006 casos de dengue en las Américas, entre los que se cuentan 79 defunciones. Un año antes la OPS registraba 79.281 casos y 26 defunciones en ese mismo periodo.
«El 2010 se proyecta como un año complicado, en particular por factores ambientales como el del fenómeno El Niño», confirmó a la AFP desde Panamá Romeo Montoya, miembro del equipo de médicos de la OPS que estudia los estragos del Aedes Aegypti, el mosquito causante de esta enfermedad.
Los países más afectados son, según datos de esta organización, Brasil, Colombia y Venezuela.
En Brasil, el número de casos de dengue subió 109% en las primeras seis semanas de 2010, con al menos 21 muertos.
En Colombia, 22 personas murieron y cerca de 28.000 sufrieron la enfermedad; mientras que al menos 16.000 casos ya fueron detectados en Venezuela, donde se puede hablar «de patrón hiperendémico, ya que todos los años el número de casos es mayor», según el ex-ministro de Salud José Oletta.
En toda América Latina, los especialistas están en alerta. «Tenemos una epidemia que en tiempos normales (de verano) nunca ha existido. Toda la región centroamericana está afectada», declaró recientemente la viceministra de Salud salvadoreña Violeta Menjivar.
En El Salvador, las autoridades incluso multan hasta con 11.428 dólares a aquellas personas que no abren las puertas de sus casas para fumigaciones preventivas, y en México las autoridades decidieron este año dedicar 12 mil millones de pesos (950 millones de dólares) a la prevención.
En Costa Rica, el aumento de casos representó 288% con respecto al año anterior, y hasta en Uruguay, país exento de la enfermedad, se ha detectado el mosquito con «más presencia que nunca», según el director de Salud de la intendencia de Montevideo, Gerardo Lorber.
En concreto, la epidemia se desarrolla en temporada de lluvias y deja a centenares de miles de personas en cama, con dolor de cabeza, de cuerpo y fiebre, en lo casos menos graves, y con hemorragias, en los más agudos.
Aunque del dengue no se hable tanto como de la gripe H1N1, este mal tiene un alto costo, según un estudio publicado en 2009 por la Sociedad americana de medicina tropical.
El estudio basado en datos de 1.695 pacientes en 8 países, de los cuales cinco latinoamericanos, indica que la enfermedad dura cerca de 12 días y en 45% de los casos requiere hospitalización, costando entre 514 y 1.394 dólares por paciente.
En Argentina, en 2009, el brote de dengue también causó una caída del turismo.
Aunque en 1972 el dengue se había erradicado en 21 países de las Américas, ahora se detecta en más de 30, con picos epidémicos cada vez mayores.
Esto se debe, según Montoya, al recalentamiento global que permite al mosquito sobrevivir por encima de los 1.800 metros de altitud en algunas zonas y al «crecimiento sin precedentes de la población, con una urbanización no planificada que se acompaña de desechos, falta de acceso a agua potable y de acumulación de plásticos y neumáticos», perfectos criaderos para el zancudo, mucho más presente en zonas pobres.
«El vector se ha desplazado donde antes no había», como en Bolivia o Argentina en 2009, indicó este especialista.
La soluciónva más allá de los ministerios de salud, añadio, al poner como ejemplo el tratamiento que se dio a la epidemia en la ciudad boliviana de Santa Cruz en 2009.
«Hubo una gran movilización social, se recogieron cantidades de basura, se limpió la ciudad, y al mes de las acciones cayó la epidemia», dijo.
Queda también la esperanza de una vacuna, anotó, «tal vez de aquí a cinco años».
No hay un medicamento específico para tratar la infección del dengue. La base del tratamiento para esta enfermedad es la terapia de apoyo. El aumento de la ingesta de líquidos orales se recomienda para prevenir la deshidratación.
Para aliviar el dolor y la fiebre es muy importante evitar la aspirina y los fármacos antiinflamatorios no esteroides, ya que estos medicamentos pueden agravar la hemorragia asociada con algunas de estas infecciones, por sus efectos anticoagulantes, en su lugar los pacientes deben tomar paracetamol (acetaminofén), aunque éste es sólo un paliativo.
Existen evidencias de que los pacientes con síntomas febriles que presuman el dengue no deben ser expuestos a cambios de temperatura por contacto (agua u otros), porque se determinó que el efecto exacerba los signos de la enfermedad, poniendo en duda la aplicación de medios físicos en estos casos.
La suplementación con líquidos intravenosos puede llegar a ser necesaria para prevenir la deshidratación y la importante concentración de la sangre si el paciente es incapaz de mantener la ingesta oral. Una transfusión de plaquetas está indicada en casos raros, si el nivel de plaquetas disminuye significativamente (por debajo de 20.000) o si hay hemorragia significativa.
La presencia de melena puede indicar hemorragia digestiva interna, que requiere de plaquetas y/o de la transfusión de glóbulos rojos. Nuevas pruebas sugieren que el ácido micofenólico y la ribavirina inhiben la replicación del virus.