¡Esto viene al caso debido a la actual estrategia utilizada por pandilleros y otros delincuentes que reclutan con engaños, falsedades y amenazas a jóvenes, adolescentes y hasta niños para formar parte de sus bandas criminales, adoctrinándoles con el argumento de que a ellos no les pueden hacer nada por ser menores de edad. ¿Pero, por qué caen estos menores en sus redes? ¡Estos menores caen en sus redes porque viven en la miseria, el abandono y la ignorancia!
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Esta situación nos plantea un asunto altamente conflictivo, por un lado está la parte puramente humana, respecto de la protección del Estado a que tienen derecho los niños, adolescentes y jóvenes; y por la otra, su utilización por los delincuentes, para comprometerlos a cometer delitos penales inducidos por ellos y bajo su mando y control. Por supuesto que estos menores criminales no son robots teledirigidos, sino seres pensantes que tienen consciencia de sus actos, que toman su decisión y su voluntad en lo que hacen y que tienen la capacidad para reconocer el bien y el mal y pueden analizar la repercusión de sus delitos y las consecuencias lamentables que producen. Pero, hemos hablado solamente lo que se refiere a la parte operativa de los hechos, más no de los resultados de estas acciones criminales en las víctimas inocentes que han padecido y siguen sufriendo debido a los delitos cometidos por los menores de edad. ¿Qué pasaría si esta situación no se llegara a controlar y a disminuir? Pues, pasaría que el crimen tomaría el control de la sociedad y dominarían nuestras vidas sin piedad, entre la extorsión, la amenaza y la sentencia de muerte, convirtiéndonos en auténticos esclavos de su impunidad.
Cuando decimos que caen en las garras de las bandas delincuenciales por causa de la miseria, el abandono y la ignorancia, nos referimos a la pobreza que azota a las mayorías sociales, que cual el avance de la frontera agrícola que convierte en desiertos los bosques, llanuras, campo laborable y montañas; también, el abandono de los padres a sus hijos y el abandono del Estado y la sociedad a las clases desposeídas; incluyendo el aumento del hambre, el desempleo y la miseria; y la ignorancia, por la falta de adecuados servicios de salud, de educación y desarrollo: “todo esto ha facilitado el trabajo de reclutamiento, adoctrinamiento y convencimiento para enrolarse en la acción criminal, donde les ofrecen interesarse por ellos y sus familias, proporcionarles donde vivir, dinero y formar parte de una familia (la familia de los pandilleros, maras o clicas)”. Pero, hablando del Estado, éste existe porque lo establece la Constitución Política, pero se intergra por los políticos que lo conforman. Entonces, los políticos y funcionarios son los responsables de los planes, proyectos y programas que deben desarrollarse en beneficio de la población, pero no lo hacen, dejando desprotegidos, especialmente jóvenes, adolescentes y niños.
La baja o nula formación académica de los padres de familia de escasos recursos, hace que busquen en la vida de pareja una oportunidad de diversión, recreación y disfrute de la unión carnal para los placeres del sexo, pasando por una inconsciente actitud de inmadurez, compromiso y responsabilidad, con respecto a la formación de un nuevo núcleo familiar con los esposos, los hijos y el cumplimiento de los deberes matrimoniales. Otro aspecto que debilita y amenaza a la familia es la violencia intrafamiliar, donde los hijos son testigos de múltiples escenas de violencia donde el padre golpea a la madre e hijos, los explota y esclaviza, e incluso los abusa. Esto crea un ambiente hostil donde no hay paz ni armonía, porque todos sufren, a excepción del degenerado que se haya convertido en el verdugo de los demás. El abandono de los padres, no es solo por la falta de cuidados y por la represión en que los mantienen, sino también por el daño físico y moral que les ocasionan. Si dentro de la psicología, la imputabilidad se reconoce como la facultad de comprender el bien, entonces se necesita conocer su aspecto negativo, o sea, los motivos de inimputabilidad, que pueden ser definidos como la falta de desarrollo y salud de la mente.
Pero también debemos considerar los trastornos pasajeros de las facultades mentales, porque pueden privar o perturbar la facultad de conocer su deber; o sea, que si bien existió un hecho antijurídico, “el hechor no está en condiciones de que se le pueda atribuir el delito que cometió”, según declara el jurista Jiménez de Asúa. La inimputabilidad se relaciona con la personalidad del autor del delito, por lo que se consideran inimputables a quienes no estén capacitados para darse cuenta de la criminalidad del hecho o para dirigir sus acciones, o sea que ignora lo que puede suceder, debido a una falta de desarrollo mental, por tener una edad que no pasa de los 10, 12 o 14 años y aún hasta los 16 o 18, según las diversas legislaciones; así como por la sordomudez. Sin embargo, la inimputabilidad también debe estar sujeta a una adecuada gradación, puesto que la citada capacidad puede no estar excluida totalmente de responsabilidad, sino solamente restringida o disminuida, por lo cual se debe establecer una imputabilidad parcial y por lo mismo debieran estar sujetos a la aplicación de las sanciones penales que determina la ley, para no quedar totalmente impunes en la responsabilidad por sus conductas ilícitas.
Para concluir el tema planteado, queremos opinar que es necesario y urgente aprobar una legislación adecuada para empezar a combatir este cáncer social y laguna legal que nos agobia, para disuadir a los menores de edad a seguirse involucrando en las pandillas y así dejen de cometer los hechos criminales que han causado graves daños y hasta la muerte de muchos guatemaltecos. Además, penalizar a los delincuentes que los manipulan, evitando que se sigan aprovechando de esta posibilidad de impunidad; y el Estado deberá superar las causas del abandono social a los menores.