El debatido asunto de la inimputabilidad de menores


Jesus-Abalczar-Lpez-Nueva

¡Estamos de acuerdo con los demás casos de inimputabilidad que tipifica la ley, pero en el caso de los menores de edad, se hace necesario determinar una división del tiempo que transcurre entre los 7 años de nacido y los 17 años, pues a los 18 es la mayoría de edad! Decimos esto, porque se ha considerado que a los 7 años la persona ya tiene una adecuada capacidad para razonar, aprender y hasta seguir instrucciones.

Jesús Abalcázar López
jesus.abalcazar@gmail.com


Entonces, nuestra proposición en que la persona que ya tiene uso de razón puede ser legalmente imputable de sus actos, exeptuándose los niños de 1 a 6 años, y aún los de 7 a los 13 años, pero quienes se encuentran en el rango de los 14 a los 17 años, que nuestras leyes consideran como menores de edad para los efectos de la inimputabilidad, ya merecen la consideración de reformas en el Código Penal, para sancionar las conductas delictivas de estos adolescentes y jóvenes que son prácticamente reclutados por las pandillas de mareros para darles entrenamiento en el uso y manejo de armas de fuego para cometer graves delitos, como lo hacen los criminales adultos. Además, los convencen para luego adoctrinarlos en lo que deben hacer y aún en lo que deben decir. De hecho que la edad que permite incorporar el uso de la razón humana en el individuo, también debe calificarlo para ser imputable ante la ley, por su conducta antisocial, con el agravante de poder ser enjuiciado y sentenciado como corresponde a un imputado, por los delitos cometidos. Sin embargo, de no tomarse las medidas urgentes para encarar esta situación, será tanto como aceptar que  existen sujetos responsables por delinquir y menores de edad a quienes se les  permite cometer crímenes bajo el manto de la inimputabilidad que se les otorga por ser menores, pero es inaceptable. En otros tiempos talvés estuvo bien, pero ahora con una delincuencia sofisticada e incontrolable, eso es imposible.

La contrariedad del asunto está en la nueva estrategia utilizada por los pandilleros, acogiéndose a esta excepción de la imputabilidad, por lo cual, ni lerdos ni peresozos se han dado a la tarea de reclutar jóvenes, adolescentes y hasta niños, todos menores de edad, a los cuales con engaños, mentiras y falsas promesas los han convencido de aliarse a las bandas de mareros pandilleros que se integran con verdaderos criminales, adoctrinándolos con el cuento que todos van a formar una familia para apoyarse económicamente, protegerse y ayudar a su propia familia; además de lavarles el cerebro con la falasia de que a ellos, por ser menores de edad, la policía y los juzgados no pueden hacerles nada, que lo más que les puede pasar es que los metan a un centro correccional de menores, donde estarán bien y comerán bien, para luego salir libres y seguir con ellos. Ahora, es importante preguntarse, ¿por qué caen en sus redes estos niños y jóvenes? ¡Pues caen porque viven en el abandono, la miseria y la ignorancia! Y el abandono no es solo de sus padres irresponsables, que solo se dedican a procrear hijos sin tener las posibilidades para alimentarlos, vestirlos ni menos educarlos. Por aparte, muchas veces se trata de personas que siendo muy jóvenes buscan el sexo en pareja solo por placer y diversión, sin tener la madurez para enfrentar las consecuencias de su irresponsabilidad. El abandono es culpa del sistema social, del acoso sexual y de la violencia intrafamiliar.

Pero en letras mayúsculas es responsabilidad del Estado y más concretamente del Gobierno por la falta o escasez de programas sociales eficaces que brinden oportunidades de desarrollo, salud, educación y seguridad, porque es injusto e inaceptable que se mantenga a la población en el mayor olvido e indiferencia por sus necesidades básicas, sin vivienda y sin trabajo. Pero qué podemos esperar de un sistema político desgastado, inoperante y decadente al que no le interesa la democracia ni menos el bienestar del pueblo, porque es un sistema a la medida de los politiqueros, operado por un fuerte porcentaje de funcionarios y empleados públicos corruptos, a quienes solo les interesan los ciudadanos para llevarlos a las urnas de las elecciones para que voten por ellos, para lo cual usan sus mensajes demagógicos, propaganda barata y un discurso con retórica de bufones, plagado con mentiras y engaños, que nadie cree, con ofrecimientos de cambios y mejoras que suenan cada cuatro años, cuando debemos elegir a los gobernantes inoperantes, a los alcaldes corruptos y diputados desprestigiados, repudiados e ineficientes, claro, que con sus honrosas excepciones. Por lo antes señalado solo nos queda hacer clavito y jugar el juego infantil del “tín marín de do pingüé, cúcara mácara, títere fue”, y esperar cada prueba de los cien días, para luego decepcionarnos otra vez. Habrá caras medio nuevas y otras más viejas que Tata Lapo, pero lo seguro es que volveremos a tener “más de lo mismo” y lo peor es que “hasta con los mismos”. ¡Que El Señor nos libre y nos encuentre confesados!
(CONTINUARÁ)