El cuyo, un vivaracho roedor andino que ocupa un lugar selecto en la gastronomía peruana, tiene también una utilidad poco conocida: generar gas metano y energía eléctrica mediante el tratamiento de su estiércol, según lo demuestra una granja ecológica experimental en Lima.
El proyecto es puesto en práctica en una finca de una hectárea en las afueras de la capital por los esposos e ingenieros agrónomos, Ulises Moreno y Carmen Felipe-Morales, que desarrollan una agricultura «aplicando principios y prácticas agroecológicas, que provienen del conocimiento tradicional, empírico y científico».
«En esta chacrita se demuestra que una agricultura conducida con un enfoque agroecológico, sin usar pesticidas ni fertilizantes químicos y tóxicos, es la mejor alternativa para la producción de alimentos nutritivos y sanos, frente a una agricultura convencional contaminante», explicó Moreno.
La clave consiste en la crianza de unos 700 a mil cuyos o conejillos de indias originarios de Sudamérica, roedores que pueden sobrevivir a escasez de forrajes y agua, cuyoa carne -rica en proteínas y baja en grasas- ya era consumida en las culturas prehispánicas peruanas.
El cuyo es tradicionalmente uno de los platos fuertes de la cocina peruana y su consumo es muy popular en las regiones andinas y en la costa central.
Aparte de las bondades del cuyo en la mesa de los peruanos, Moreno saca provecho del estiércol del roedor para producir biogas, que es fuente de energía limpia, así como bioabonos líquidos y sólidos.
Este proceso consiste en depositar los desechos del roedor en un depósito bajo tierra que se denomina biodigestor donde se mezcla con agua, produciéndose una fermentación de la cual sale gas metano y abono líquido.
El gas le sirve para encender la cocina de su casa y genera además energía eléctrica para una docena de focos como parte de un proyecto experimental que en un futuro cercano aplicará para dar luz a su finca, en el distrito rural de Pachacámac, sector sur de Lima.
Mediante otro proceso Moreno realiza una mezcla del estiércol con hojarasca y residuos de cosecha en pequeños montículos de un metro y medio de altura, cuyoa unión genera compost o abono, que utiliza para sus frutales, hortalizas, plantas aromáticas, que le sirven para la supervivencia de su familia.
«Lo que uso no es porquería ni basura, es el recurso para salir de la pobreza», explicó Moreno al advertir que él utiliza una antigua tecnología tradicional usada en China e India.
«Todo se basa en la ley de Lavoisier según la cual la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma», añadió, subrayando que se trata de un proceso de reciclaje natural y tradicional en que se puede utilizar otros tipos de guano orgánico.
En su pequeño fundo su familia no compra gas, ni petróleo desde hace muchos años, tampoco usa los fertilizantes comunes.
Para Moreno su experiencia demuestra que la agricultura pequeña es viable y que bien manejada permite dar calidad de vida.
«En muchos casos la pobreza no es falta de recursos sino expresión de nuestra incapacidad para transformar la realidad en calidad de vida y desarrollo», aseveró.
En su pequeña propiedad denominada «Bioagricultura Casa Blanca», Moreno y su esposa realizan ensayos experimentales y se sienten satisfechos de lograr la autosuficiencia alimentaria.
También dictan charlas a universitarios sobre elaboración de abonos orgánicos, construcción y manejo de digestores, dictan cursos integrales de agricultura ecológica y sobre todo de crianza de cuyos.