El cumplimiento de la ley


Tema trillado este, repetitivo hasta el cansancio. Dale que dale con lo mismo: el cumplimiento de la ley. Y no aprendemos nada, tal parece que cuando pedimos que la ley se cumpla se cierran las puertas de la impunidad, se abre el tráfico de influencias, la corrupción se vuelve más poderosa y la justicia total y absolutamente ciega en el sentido literal de la palabra y no sólo como la pintan porque alegórica y falsamente se supone que al mantener una venda en los ojos no habrá preferencias para nadie, su espada será de igualdad absoluta por aquello de que «con la misma vara que midiereis serás medido», como dicen que dijo.

Héctor Luna Troccoli

Cuando durante varios años fui catedrático de la Universidad Landí­var, acostumbraba preguntar a mis alumnos de sexto, octavo y décimo semestre que levantaran la mano quienes habí­an leí­do la Constitución Polí­tica de la República de Guatemala. De un promedio de 40 o 50 alumnos, unos 6 se atreví­an a levantar la mano y era hacia ellos a quienes iban dirigidas preguntas sencillas a las que respondí­an con barbaridades del tamaño de la torre Eiffel, eran pues, futuros abogados que no conocí­an la Constitución. Y ahora ocurre lo mismo con viejos abogados que o bien se dedican al notariado o si litigan, lo que buscan es la trampa que siempre está detrás de cada ley, como bien lo dice un dicho cien por ciento verdadero: «hecha la ley, hecha la trampa».

Y es que la mayorí­a de leyes que son aprobadas con un levantón de mano que se hace con el sí­ndrome del cansancio del diputado, vienen ya cocinadas y con excepción de unos cuantos legisladores, yo dirí­a que más del 95 por ciento no las leen, ni cuando las van a aprobar y menos cuando ya están aprobadas.

Y es que el legislador para terminarla de fregar tiene la idea de que la Constitución sólo le señala como tarea «aprobar» leyes, pero si lee con cuidado, verá que también puede DEROGAR leyes y según un estudio aparecido en Prensa Libre se necesitan derogar alrededor de 30 mil leyes para limpiar un poco esta diarrea legislativa que por años ha copado a Guatemala. Recuerdo cuando fui candidato a la Presidencia del Legislativo, cuando los periodistas me preguntaron cuál serí­a mi prioridad en el trabajo, les dije clarí­simo: «deslegislar, terminar con todas esas leyes que ya no sirven para nada, para que los tribunales apliquen las que queden», hasta caricaturas me sacaron quemando en una hoguera leyes, cual si se tratara de la Santa Inquisición. Pero si lo pudiera hacer esa serí­a mi prioridad.

Vemos pues que hay una enorme cantidad de leyes que NO SE CUMPLEN, porque ya pasó su tiempo de existencia y validez jurí­dica, pero lo grave es que hay leyes que DEBEN CUMPLIRSE empezando por la misma Constitución, pero como la justicia, los ciudadanos permanecen con los ojos vendados, ya no digamos los funcionarios o empleados públicos y muchos otros entes e instituciones a quienes la ley de leyes y otras de carácter ordinario son de OBSERVANCIA OBLIGATORIA en un Estado de Derecho y mientras ello no ocurra, ni Dios Padre podrá hacer que las instituciones, el Estado, el derecho y la justicia puedan funcionar como debe ser.

La mayorí­a de chapines tenemos el sí­ndrome de violadores de la ley y lo hacemos con total impunidad y cinismo. Empezando, lastimosamente con la ley de leyes que incluso es raro el juez que la aplica, porque se basa en leyes ordinarias al emitir sus fallos, olvidándose de que un fallo fundamentado constitucionalmente tiene mayor validez y categorí­a que cualquier otro.

Y viene todo esto porque espero que la Ley de Acceso a la Información funcione mejor que el artí­culo 35 de la Constitución que aún es asignatura pendiente al igual que otros derechos como el mí­nimo de la vida y la dignidad de la persona.