El culto popular



A menudo, este tema pasa desapercibido en los estudios culturales, en las revistas literarias y en otro tipo de manifestaciones. Habitualmente, los espacios en los artí­culos sobre arte los ocupan los grandes eventos, la cultura eurocéntrica, los valores hegemónicos de las clases altas.

Conciertos de bel canto, las orquestas sinfónicas, el teatro clásico, el cine de gran presupuesto, los escritores renombrados, etc., son los temas habituales de las revistas culturales.

Sin embargo, hay que reconocer que, entre los fenómenos de cultura, los más interesantes, además de ser los más ricos en significados, son los que se refieren al culto popular.

A veces, este tema causa rechazo entre los cí­rculos de cultura, pues se piensa que no es comparable los espectáculos de arrabales, la cultura de circo, los conciertos en las calles, con los eventos de alta cultura. Pero, sin duda, los primeros son los más apasionantes.

Para que un fenómeno cultural llegue a ser de culto popular, se necesita un larguí­simo proceso. Normalmente, desaparecen los nombres de los autores, y la gente se apropia de eso, como si hubiera sido de su invención.

Y esto, no sólo puede relacionarse con la cultura. En el deporte, en la polí­tica, y en todos los campos, los í­dolos populares logran trascender generaciones; lo popular es lo único realmente eterno.

Es probable que el lector de este Suplemento Cultural se sorprenda que en su carátula se presente a Pedro Infante, ya que, como í­dolo popular, no es común que sea analizado como un fenómeno cultural, ya que entre éstos casi siempre se analiza a la «alta cultura».

Sin embargo, el culto popular, como ya se expresó, es más apasionante e interesante; y qué mejor manera de demostrarlo, presentando en estas páginas un estudio sobre uno de los personajes que más ha gozado del culto popular, en México e Hispanoamérica.