El crucial esfuerzo en desarrollo humano


Uno de los efectos de la barrabasada hecha por los diputados al Congreso fue restar atención e importancia a la presentación del informe sobre Desarrollo Humano que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó el mismo dí­a en que «nuestros representantes» se estaban recetando la indemnización. Y si bien creo que no hay que quitar el dedo de la llaga para seguir exigiendo con determinación y firmeza que se revoque esa disposición, tampoco podemos dejar que una cuestión de tanta importancia como el informe de Naciones Unidas quede en el olvido y que sea hasta dentro de un año, cuando vuelva a publicarse el correspondiente al 2008, que reparemos en las tareas pendientes.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Los paí­ses que han alcanzado el desarrollo tienen un común denominador y es que han invertido de manera consistente en su gente. Llama la atención, por ejemplo, la forma en que España se ubica en el desarrollo humano si tomamos en cuenta que hasta mediados del siglo pasado, ese paí­s europeo estaba a la zaga del desarrollo. Pero no se puede negar que aún en la época de Franco se dio importancia a la educación y que eso fue una herramienta valiosa para que en la transición se avanzara con mayor consistencia, al punto de que ahora ha superado a otros paí­ses del viejo continente y aún a otras potencias económicas, ocupando el puesto 13 en el mundo, debajo de Estados Unidos.

Argentina y Chile, que encabezan a América Latina en los puestos 38 y 40, respectivamente, son otro ejemplo del efecto que tiene la inversión sostenida en el recurso humano. Por supuesto que no puedo dejar de mencionar que no hay ningún paí­s en la lista de alto desarrollo humano que no tenga o haya tenido una importante contribución fiscal de sus habitantes porque el pago de impuestos es esencial para garantizar la inversión social sostenida que durante generaciones ha consolidado esos niveles que son admirables.

Y pienso que es lamentable que se haya diluido el efecto del informe, porque vale la pena tomar en cuenta los indicadores que sirven para colocarnos en el último lugar de la América Continental, en el puesto 118 de la tabla. El presidente cuestionó la validez de los datos utilizados por el PNUD porque a ojo de buen cubero él considera que no andamos tan mal, pero habrí­a que revisar también el efecto que tiene en nuestra ubicación el hecho de que el Banco de Guatemala haya incluido en el PIB las remesas que del extranjero enví­an los guatemaltecos que trabajan fuera porque sin ese aporte posiblemente estarí­amos en posiciones mucho más dramáticas.

En todo caso, es importante entender que estamos mal en muchos aspectos, que somos uno de los paí­ses con mayor í­ndice de pobreza, de desnutrición infantil, de analfabetismo de adultos, de falta de cobertura escolar y de salud. Y esa realidad no la podemos ocultar con visiones de Guateámala, sino que necesitamos actitudes de «Guatecompromiso» para revertir carencias que nos atrasan hoy pero que, lo peor de todo, son lastre para cualquier esfuerzo de futuro y limitan la capacidad que podamos tener de alcanzar mejoras considerables para la próxima generación de guatemaltecos. Desgracia de paí­s que tiene que ocuparse de condenar a sus diputados en vez de concentrarse en esfuerzos por resolver nuestro acumulado déficit social.