El cristianismo según Gibrán


Respecto del cristianismo, Khalil Gibrán, el poeta-profeta del Lí­bano (1883-1931), en su obra Jesús, el hijo del hombre, comentaba lo siguiente: Hace mucho vivió un Hombre al que crucificaron por amar demasiado y por ser demasiado adorable. Y aunque os parezca extraño, ayer me encontré con él, tres veces. La primera vez, í‰l pedí­a a un policí­a que no se llevara a una prostituta a la cárcel; la segunda vez, bebí­a en compañí­a de un forajido y, la tercera vez, estaba boxeando con un promotor de peleas en el interior de una iglesia.

Luis Zurita

También solí­a comentar: Una vez cada cien años, Jesús el Nazareno se reúne con el ’Jesús de los cristianos’ en un jardí­n, entre los cedros del Lí­bano. Y hablan largamente; a cada vez, Jesús el Nazareno se despide del ’Jesús de los cristianos’, diciendo: ’Amigo mí­o, temo que nunca, nunca, nos pondremos de acuerdo’.

Otras veces declamó así­: ¡Prí­ncipe de los poetas! ¡Prí­ncipe de nuestras silenciosas ansias! La esencia del mundo repercute con el eco de los latidos de tu corazón. El mundo escucha tu voz con tranquilidad y paz, pero no se molesta en levantarse del lugar donde está sentado para adornar las laderas de tus montes. Los hombres desean soñar tus sueños, mas no desean despertarse con tu alborada, que es todaví­a más grande que tu sueño. Pretenden observar mediante tus ojos, pero sin encaminar sus entorpecidos pasos hacia tu trono. No obstante, muchos son los que se han colocado en ese trono invocando tu nombre, su testa coronada por tu poder, transformando tu visita áurea en coronas para sus frentes y cetros para sus diestras.

Luego, agregaba: Habéis oí­do que os fue dicho: no matarás, pero yo os digo: no os enfadéis sin razón. ?Buscad más bien a vuestro hermano y haced la paz con él antes de venir al Templo y dad con amor a vuestro vecino de todo cuanto tengáis, porque en el corazón de éstos Dios ha construido un Templo que jamás se destruirá y en cuya alma ha erigido un altar eterno. ?no os resistáis al mal, porque la oposición lo alimenta y lo fortifica y solo el débil se venga. Los fuertes en el Espí­ritu perdonan y el damnificado se siente honrado y glorificado al perdonar las ofensas de los demás. Tan solo el árbol cargado de frutos es sacudido por la multitud y apedreado por los transeúntes. ?no sois inocentes del crimen del asesino, ni de la culpa del ladrón, ni del adulterio de la pecadora; y cuando sus cuerpos son castigados, vuestros espí­ritus se oscurecen en lo más profundo de vosotros. La verdad es que ningún hombre ni mujer alguna cometerí­an un crimen solos. Todos los delitos y los crí­menes son cometidos por todos los hombres juntos; mas, aquel que solo paga la pena solo quiebra un eslabón de la cadena que sujeta vuestros pies; tal vez paga con su aflicción el precio de vuestra alegrí­a pasajera y efí­mera. No guardéis tesoros que se pudran o que los ladrones puedan apoderarse. Haced tesoros que no se corrompan ni sean robados, sino más bien que aumenten en esplendor y hermosura a medida que los ojos los contemplen, porque allí­ donde estuviere tu tesoro, allí­ estará tu corazón.