El costo de improvisar


Editorial_LH

El Gobierno se vio obligado a recular, dejando sin efecto la reculada que había pospuesto la vigencia de los cambios al reglamento de tránsito que afectaban a los motoristas, luego de que una protesta evidenció el malestar provocado por una disposición que nunca fue manejada adecuadamente. Suena a galimatías, pero es que así se gobierna en el país. Improvisan al emitir el reglamento e improvisan al dejarlo sin efecto y luego el Presidente improvisa mandando al chorizo lo que dijo su ministro.


Es evidente que la disposición nació por lo menos torcida, si no muerta, no sólo por causa del polémico color del chaleco que tiene olor a propaganda partidista, sino porque nunca se socializó con las autoridades encargadas de implementar su cumplimiento, no digamos con la población y los directamente afectados. Simplemente hubo una corazonada en el Ministerio de Gobernación y se dispuso publicar cambios al reglamento. Luego, cuando la ordenanza ya estaba vigente y tendría que ser cumplida, se cita a los Alcaldes que tienen Policía de Tránsito, para explicarles la idea y pedirles cooperación, pero resulta que el Alcalde capitalino ni asiste ni se hace representar, demostrando que así como le vino del norte la prohibición para que circularan dos personas en una moto, le sopla las canillas lo que disponga el coronel López Bonilla en nombre del Gobierno.
 
 El colmo de la improvisación está en que a la primera muestra de rechazo de un grupo de motoristas, el mismo Ministro recula rápidamente anunciando que nada está vigente, que se pospone la instrucción para que los motoristas circulen civilizadamente y que la compra del chaleco no urge. Horas después el Presidente dice que hubo una confusión. Menuda forma de gobernar si no entienden que las normas no se quedan sin efecto simplemente porque un ministro decide improvisar frente a la multitud.
 
 El problema de Guatemala es muy serio como para que dejemos que la improvisación sea la norma en cuestiones tan graves como la seguridad ciudadana. Urge que se entienda que no es a base de corazonadas o de chispazos que se puede enfrentar al crimen organizado que ha encontrado en el caos provocado por la falta de regulación para el tránsito de motos la vía rápida para facilitar sus fechorías. En todo el mundo las motos se consideran un vehículo automotor más, que tiene que cumplir con la elemental norma de utilizar un carril y respetarlo. En el Tercer y Cuarto mundo hay tontos que creen que las motos pueden meterse por donde les da la gana y hasta escriben para defender el relajo, pero qué se puede esperar de un país donde todo se improvisa, con costo de sangre y lágrimas.

Minutero:
El chaleco anaranjado 
vino a ser la perdición 
de un proyecto improvisado 
por los de Gobernación