El conflicto armado interno


Desde hace algunos años, se ha venido indagando sobre el peso que tiene la tradición familiar sobre una persona. A esta rama, se le ha denominado psicogenealogí­a, y se ha logrado, a través de ella, grandes avances.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

De acuerdo con una de las pioneras en la psicogenealogí­a, Anne AncelinSchí¼tzenberger, ella indica que habí­a observado en varios de sus pacientes, que varios aniversarios familiares se repetí­an en la historia personal. Por ejemplo, la edad de la muerte, una fecha de enfermedad, la edad en que aparece una enfermedad como el cáncer. Es decir, la historia de los antepasados se repite en uno mismo.

Sin embargo, esto no es un acto consciente, sino que forma parte del inconsciente colectivo de una persona; más especí­ficamente, en el inconsciente familiar. Cuando una persona se da cuenta de que está repitiendo una historia familiar, es más probable de que cure de la aflicción que le aqueja, o, al menos, intenta sobrellevar de mejor manera la enfermedad.

Un hecho que llama la atención es que Schí¼tzenberger opina que los grandes eventos que han afectado a gran parte de la población, como la hecatombe judí­a, pueden formar parte del inconsciente familiar de un gran número de descendientes de las ví­ctimas, y se convierta el caso en un gran evento nacional (o al menos regional) que pudiera trabajarse en forma conjunta.

En efecto, Schí¼tzenberger explica que sí­ es recomendable observar, de alguna manera, el intentar sanar algunos dolores que se refieren a hechos pasados que afectan a gran parte de la población:

«En el siglo XX apareció un fenómeno nuevo: las masacres masivas de la Primera Guerra Mundial, seguida de las guerras civiles rusa y española y de la Segunda Guerra Mundial. Estos conflictos provocaron millones de muertos anónimos; innumerables desaparecidos sin sepultura; la coexistencia, en las trincheras o en los campos de concentración, de muertos, de agonizantes y de vivos, la lenta agoní­a de los heridos o los gaseados… y las pesadillas de los supervivientes y sus descendientes. Recordemos que, ya en su época, los cirujanos militares de Napoleón I reconocieron e identificaron, durante la retirada de Rusia, en 1812, el «Sí­ndrome de silbido de las bombas» para calificar los sufrimientos, las pesadillas y las angustias de los supervivientes y los testigos de la trágica muerte de sus compañeros (lo mismo que encontramos actualmente en las pesadillas de sus descendientes en muchos paí­ses como Francia, Israel, Armenia, Polonia… incluso en Canadá y Estados Unidos).»

Esta idea, aplicada a un contexto más cercano para nosotros, podrí­a encajar en el drama familiar que viven algunas personas por la pérdida de parientes durante el conflicto armado interno de Guatemala. Especialmente, en algunos casos sobre niñez desaparecida, y que tiene consecuencias en ambas ví­as: en los niños que formaron parte de una nueva familia, olvidando a la original, y a la familia que perdió a su hijo.

Basándose en dos informes sobre niñez desaparecida en Guatemala durante el conflicto armado interno: Hasta encontrarte y de barro y de hierro, y unido con la teorí­a de la doctora Schí¼tzenberger de la terapia por hechos que afectan a varias familias, convirtiéndose en conflicto generacional, y la teorí­a, también, de Bert Hellinger, otro de los expertos en la psicogenealogí­a.

Hellinger indica que una familia es una estructura fuerte, y que si, en alguna generación, se produce la ausencia de algún miembro, incluso cuando éste no influya mucho en la historia familiar, como la muerte de un niño recién nacido, por ejemplo, afecta a toda la estructura familiar, llegándose a sentir hasta tres o cuatro generaciones más adelante. Hellinger introduce esta idea de la siguiente forma:

«En el caso que nos ocupa, habí­a una ausencia muy visible: la hermana gemela de la madre no estaba en la constelación. Entonces decidí­ reintroducirla y escogí­ a una persona para representarla. Ese fue el primer paso para recuperar el orden.»

La teorí­a se basa en que los miembros de una familia poseen una buena o una mala conciencia, según existan esas ausencias dentro de la constelación familiar; una buena conciencia indica la no existencia de vací­os, ya sea porque no los hay, o porque están cubiertos por alguien más; una mala conciencia indica la existencia de ausencias.

En el caso concreto escogido para ejemplificar esta teorí­a, los familiares de la niñez desaparecida sufren de un conflicto, por la culpa que sienten de haber perdido a sus hijos, a pesar de que, muchas veces, no estuvo en sus manos el poder hacer alguna acción para evitar que desaparecieran:

«Yo quisiera investigar, si no hay… de todos modos se quita mi duda. Pero de repente, como escuchamos cuando nosotros estábamos en México… decí­an que habí­a un lugar donde estaban concentrados las mujeres y niños. De eso sí­ no estoy segura de dónde es. ¿Quién sabe si están vivos?… Yo quiero buscarlos, quitarme la duda pues. Voy a buscarlos y si no hay se quita mi duda. Yo lo quiero hacer porque yo no perdí­ sólo uno de mi familia… tan siquiera uno o tan quisiera dos podrí­a encontrar.» (Hasta encontrarte)

A pesar de que la lógica parece indicar que, para subsanar el problema, simplemente basta con reencontrarse, o, al menos, conocer y tener la certeza de que el familiar murió para no seguir buscando, o encontrar los restos para darle sepultura, la situación trasciende a fenómenos de tipo psicológico, ya que, según los informes indicados sobre la niñez desaparecida, las estrategias para subsanar no son tan simples.

El informe Hasta encontrarte enumera las complejidades de los reencuentros (cuando éstos se llegan a dar), y previene que las consecuencias podrí­an ser desagradables, si no se sigue un adecuado tratamiento psicológico.

La primera complejidad se refiere a la unicidad de cada historia, es decir, que cada persona podrí­a tener una experiencia distinta, y, por ende, distinta reacción. í‰ste fue el caso de dos hermanos:

«Cuando yo tení­a 14 años llegó mi papá por mí­ a donde mi abuelito. ¡Cuando lo vi me puse contento! Yo ya no sabí­a cómo era… en ese momento, yo no sé, pero habí­a olvidado cómo era él, porque yo era chiquito… Llegó, pues, mi papá a mostrar su cara, platicamos y de ahí­ ya me vine a vivir acá al Ixcán… Mi hermana ya no regresó junto con nosotros porque se habí­a casado y ella con su esposo no se «hicieron al lugar.» (Hasta encontrarte)

Otra complejidad es el tiempo que tarda una persona en estar preparada psicosocialmente para enfrentar el reencuentro; sobre todo, deben estar dispuestos a sanar, ya que lo normal es que hayan sufrido un sentimiento de abandono, rupturas de identidad, y otros problemas:

«Me gustó conocer a mi madre, pero no la puedo querer como tal, ya que no puedo entender ni perdonarla por haberme abandonado. Yo quiero mucho a Candelaria Choc quien me crió. Con mi madre traté de vivir un tiempo pero tuve muchas dificultades en la comunicación, además que ella vive con su nueva familia y no pude adaptarme a esa situación.» (Hasta encontrarte)

Existen otros casos y explicaciones que pudieran abordarse que se refieren en el mismo libro; sin embargo, no es el objetivo demostrar rotundamente la existencia de este problema. De hecho, la psicogenealogí­a no ha servido aún para sanar este tipo de problemas. Se basa, más que todo, en identificar algunos problemas de una persona, que tienen un arraigo familiar, pero que no significa, sólo por reconocer el problema, su curación, y no para saldar cuentas con familiares pasados:

«Uno no viene a hacer una constelación por curiosidad. Lo que está en juego son asuntos bastantes graves, porque el paciente sufre. Tanto si se trata de una enfermedad, de una tendencia suicida como de un duelo no expresado por una madre muerta en el parto, en resumen, de cualquier situación en la que puede utilizarse para saldar cuentas con tal o tal miembro de la familia. Para eso existen otras terapias de tipo emocional que son mucho más eficaces.» (Mis antepasados me duelen)

El objetivo real de este comentario es caer en la cuenta de una posible arma para la futura identificación de problemas, debido al desconocimiento del verdadero pasado familiar. Se ha hablado de los casos en que ha ocurrido un reencuentro con los niños desaparecidos. ¿Y los que no serán reencontrados? Probablemente, padecerán algunos problemas, incluso fí­sicos, y desconocerán las causas, a menos que reciban terapia por medio de la psicogenealogí­a.

De hecho, en el otro informe mencionado, De barro y de hierro, relata sobre algunas experiencias de terapia con familiares de niñez desaparecida, y describe algunos mecanismos que se acercan a la psicomagia y al psicochamanismo.

Por ejemplo, indican que algunos familiares ofrecí­an explicaciones «sobrenaturales» a lo vivido en el conflicto armado interno, y que les ayudó a sobrevivir. Especialmente, referí­an discursos basados en la fe y creencia en discursos religiosos:

«Recuerdo que una vez yo estaba con los niños recogiendo verduras un poco retirado, cuando oí­mos ruido de balacera desde un avión, eran bombardeos terribles…Cuando llegamos al campamento… ni un solo muerto. El poder de Dios es grande… el cielo se cerró tres dí­as… habí­a una gran nube y viento; el avión se tuvo que ir.» (De barro y de hierro)

Otros referí­an el poder de los sueños, para lograr algunos consuelos:

«… yo estaba con una familia conocida y les pedí­ que rezaran juntos y nos pusimos a rezar. Después yo me dormí­ y soñé con un señor que me decí­a. «No tengas pena. Tu familia está viva.» Pero yo seguí­a triste. Como iba con otros dos amigos, los desperté y les conté el sueño en donde me habí­an dicho que siguiéramos… y que después de que cantara el gallo, llegarí­amos a Sumal Grande y encontrarí­amos a nuestras familias. Mis amigos y yo hicimos eso.. y así­ sucedió. Por eso yo creo en mis sueños.» (De barro y de hierro)

Sin embargo, estos procedimientos también realizan actos no muy recomendables. Por ejemplo, se indica que, a manera de no olvidar al niño perdido, se pone el nombre a un recién nacido:

«Los niños menores saben que tienen un hermano desaparecido. Esto significa que, a pesar de la ausencia fí­sica, éste sigue presente en la memoria de la familia. En el área ixil es frecuente dar el nombre de la niña o el niño desaparecido a alguno de los hijos que nacieron posteriormente.» (De barro y de hierro)

Y es exactamente que Alejandro Jodorowsky, otro experto en psicogenealogí­a, refiere:

«Nacer después de la muerte de un hermano y ser bautizado como René, sí­mbolo de renacimiento, significa llevar siempre encima otro ser, el hermano muerto, de por vida.» (Mis antepasados me duelen)

FUENTES DE CONSULTA

EERSEL, Patrice van, y Catherine Maillard. Mis antepasados me duelen. Psicogenealogí­a y constelaciones familiares. Barcelona: Obelisco, 2004.

LIGA GUATEMALTECA DE HIGIENE MENTAL. De barro y de hierro. Familiares de niñez desaparecida por el conflicto armado interno en Guatemala. Guatemala: Delgado impresos, 2002.

OFICINA DE DERECHOS HUMANOS DEL ARZOBISPADO DE GUATEMALA. Hasta encontrarte. Niñez desaparecida por el Conflicto Armado Interno en Guatemala. Guatemala: Magna Terra, 2000.