Como balde de agua fría cayó ayer al gobierno de Otto Pérez Molina el comentario que se hizo en la presentación del Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014 que tuvo como eje central el tema de “Seguridad Ciudadana con Rostro Humano: Diagnóstico y propuestas para América Latina”, puesto que se enfatizó el fracaso de las políticas de mano dura, estribillo que fue el lema de campaña del Partido Patriota para ofrecer mejoras en el tema del combate a la criminalidad en el país.
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En el informe se señala, al hablar de las fuerzas armadas en funciones policiales en la región, que “En Guatemala, El Salvador y Honduras, el combate al narcotráfico y a las maras a través de estrategias de mano dura propició la participación protagónica de las fuerzas armadas. Dicha participación no arrojó los resultados esperados y, al contrario, generó un aumento en los niveles de violencia que dichos países han tratado de revertir recurriendo a políticas más integrales, con un mayor componente de la prevención”. En el acto de presentación del informe, frente al Presidente y el Ministro de Gobernación, el representante del PNUD fue más allá al hacer énfasis en el fracaso de la mano dura y provocó reacciones evidentemente molestas de Pérez Molina y López Bonilla.
Yo he escrito muchas veces que las políticas eminentemente represivas son inútiles contra la violencia que nos agobia y que si de mano dura se tratara, Guatemala sería un paraíso por los años en los que se recurrió con todo el vigor a tal tipo de acciones, al punto de que se realizaron masivas campañas de eliminación de los delincuentes. Ante esos señalamientos, el Partido Patriota había recurrido a la estrategia de afirmar que la mano dura que proponían era el cumplimiento estricto de la ley, pero ayer perdieron los papeles cuando respondieron molestos al directo señalamiento que les hiciera el funcionario internacional. Defendieron la mano dura tal y como la presentó, en forma crítica, el informe y se apartaron ambos del manejo que se hizo del tema para marcar diferencias con los que propagan la tesis de que la violencia se combate con represión violenta.
El problema de la violencia e inseguridad es realmente uno de los más graves para los guatemaltecos y es tal su magnitud que la reducción de 38 a 34 muertes violentas por cada cien mil habitantes no llega a complacer a la ciudadanía. Creo yo que la parte más importante en la que todavía queda mucho por trabajar es en el combate a la impunidad, puesto que como bien sostiene el informe de Desarrollo Humano, más importante que la represión y el aumento de las penas es la certeza de que la ley se aplicará a los delincuentes, cosa que no ocurre todavía en Guatemala pese a que hay algunos avances en la investigación y que se han desbaratado algunas bandas criminales.
La violencia no es únicamente un tema socioeconómico ni es únicamente una cuestión cultural. Pero no se puede ignorar la influencia de tales temas y por ello, junto al combate a la impunidad, hay asuntos estructurales de largo plazo en los que se tiene que trabajar y, por supuesto, la mano dura como única respuesta nunca será solución.