El cómo se vuelve cada vez menos importante


A veces nos agobiamos porque los problemas nuestros, de paí­s, parecen demasiado complejos y difí­ciles de resolver, sobre todo cuando uno toma en cuenta que la raí­z de muchos de ellos está en una actitud colectiva basada en valores totalmente distintos a los que antaño eran importantes. Hoy en dí­a la persona vale menos por lo que es que por lo que tiene y ello genera acciones de todo tipo para tener a como dé lugar, sin que importe cómo.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

En estos dí­as hemos conversado con mis hijos y con mis nietos mayores sobre un detalle muy mundano como la ruptura del récord de más cuadrangulares en el béisbol que poseí­a el admirado Hank Aaron y que ahora ostenta Barry Bonds, sobre quien hoy mismo el New York Times escribe un comentario editorial destacando los 756*, así­ con asterisco, para destacar que el nuevo logro está empañado por las acusaciones sobre uso de estimulantes y drogas para mejorar el rendimiento atlético.

Recuerdo cabalmente aquellas fechas de 1973 y 1974 cuando Aaron estaba por romper el récord de Babe Ruth y cómo era insultado por racistas que no podí­an pensar que un negro dejara para la historia el récord del Bambino. Pero Aaron logró la hazaña y con su actitud, su carrera y su personalidad, hizo borrar esas malas actitudes porque al final de cuentas la gente entendió que no sólo era un gran atleta, con mejores rendimientos en prácticamente cualquier estadí­stica que Ruth, sino que, además, era una gran persona y eso al final de cuentas valió mucho más.

Hoy, en cambio, las objeciones no tienen que ver con la raza del atleta que acaba de imponer un nuevo récord, sino con los medios que utilizó para lograrlo. Posiblemente Bonds hubiera llegado a ese número de cuadrangulares de cualquier manera, pero el uso de estimulantes para mejorar su fortaleza se convirtió en un pésimo ejemplo para la juventud que, sin embargo, ve ese caso como algo generalizado, al punto de ser ya común y corriente. Porque lo que hizo Bonds es parte de la nueva cultura, que nos aconseja a todos pasar por alto el cómo y concentrarnos en los logros, sin que importen los medios. Esa calidad de las personas que era tan importante antaño y que en el caso de Aaron le valió para consolidarse no sólo como un gran atleta, sino como una extraordinaria persona digna de ser imitada, no tiene ahora la menor importancia porque los viejos valores han caí­do en desuso.

Cierto que el récord de Bonds tendrá un asterisco, pero será el récord porque el sistema permite que siga jugando. Cuando los jugadores de Chicago vendieron la Serie Mundial, fueron desterrados sin mucho trámite del béisbol porque atentaron contra valores fundamentales del deporte. En el presente, cuando lo que se mueve son millones y los intereses han variado, vemos que los niveles de tolerancia son mucho más amplios.

Y es que en el fondo ya no pesa tanto un buen nombre como una buena billetera. En resumidas cuentas y para expresarlo de manera muy sencilla, ese cambio de valores es el que marca los nuevos horizontes que persiguen nuestros jóvenes. Cómo llenar la billetera no tiene la menor importancia porque lo determinante es que esté gorda y rebosante.

Pensar en un rescate de conceptos como el de la gente bien como sinónimo de honradez acrisolada y respeto a principios éticos fundamentales suena a utopí­a porque ahora se nos enseña que para ser «gente bien» hay que amasar pisto y que para hacerlo cualquier camino es bueno, válido y hasta admirado por el colectivo.