El clérigo vagabundo


Cuando me llega un libro que nunca he leí­do, me lleno de interrogantes, estoy frente a un misterio. Esto me ocurrió cuando Miguel íngel Vásquez (Premio de Literatura Nacional, 1995), me envió su novela.

Catalina Barrios y Barrios

Como la novela lleva el tí­tulo de «El clérigo vagabundo», lo primero que se me ocurrió fue aclarar el término clérigo, pues según el diccionario, tiene varias aceptaciones, una es la del hombre que ha recibido las órdenes sagradas y en la Edad Media era un hombre letrado y de estudios escolásticos, aunque no tuviese orden alguna, en oposición al indocto y especialmente al que sabí­a latí­n. En la Edad media se llamaba clérigo a un hombre sabio en general, aunque fuese pagano. El clérigo de Miguel íngel es el de la Edad Media, en setas dos últimas acepciones.

Al leer la novela encuentro que el clérigo se llama «Felipe Aureolo Teofrasto Bombassi de Honeinheim», pero su pseudónimo es Paracelso, dato que me coloca en un ámbito incierto e imaginado, comprobado a lo largo de la obra, pues el nombre completo casi desaparece.

Hablaré aquí­, pues, de Paracelso, descrito como un sabio doctor suizo que viaja constantemente. De manera que, como lí­neas paralelas, en el tejido narrativo, van Paracelso y el viaje. Hay otras lí­neas paralelas, pero entre ellas otra importante es la que va de la vida a la muerte.

Conociendo a Miguel íngel como un gran poeta, creí­ encontrar en la novela una prosa muy poética, pero solamente encontré algunas notas como las que siguen: «La noche tiene una quieta sonoridad de azul profundo», «A la luz de la tarde se recortaba en el cielo claro la acrópolis», «El agua brinda sus ecos musicales».

En vista de lo anterior, puedo asegurar que la prosa de la novela es concreta y clara.

Como veo que Paracelso y el viaje son uno, lógicamente se van cambiando los escenarios y con ellos los temas y sus ideas.

El personaje principal es Paracelso que se enreda en un monólogo, interrumpido con algunos diálogos, relativamente breves, entre él y personajes secundarios. El autor estará siempre ausente.

En la novela «El clérigo vagabundo» me parece ver un desdoblamiento de personajes. Se recurre a la reencarnación, casi, yo dirí­a que hay términos espiritistas, cuando alguien puede hablar con sus antepasados. Este recuerdo es muy importante, necesitarí­a un estudio detenido y profundo, acaso psicológico. No falta el hecho esperpéntico y la resurrección como dato cristiano.

Un tema que está a lo largo de la novela es el sexual, la obra está cargada de erotismo, donde la mayorí­a de mujeres son de prostí­bulo. No es muy importante el matrimonio, aunque Paracelso se casó, este capí­tulo en su vida es breve. Algún dato de homosexualismo se percibe como una anécdota. Una o dos mujeres son distintas, tienen que ver con la profesión de Médico de Paracelso, inteligentes, dice el personaje, pero en general se valora a la mujer por su cuerpo y no por su espiritualidad e inteligencia.

Paracelso realmente se ubica en la Edad Media, donde es inevitable referirse a la Santa Inquisición, en calidad de crí­tica, de donde nace un reproche para la Iglesia Católica, razón por la cual aparece Martí­n Lutero, separado de la iglesia romana para fundar su propia iglesia que todaví­a persiste, aunque bifurcada en diversas sectas.

No faltan las reflexiones acerca de Dios, se discute si el hombre fue hecho a semejanza de Dios o no, pues en tal caso, Dios serí­a imperfecto, aunque más adelante se asegura que en el hombre hay divinidad.

Otro de los temas importantes en la novela es el artí­stico. Se hace saber que es el arte el que eleva al hombre y lo hace digno.

Puesto que Paracelso se mueve por Europa, no puede dejar de ponerse atención a las grandes culturas y los grandes maestros de Italia, Francia, Grecia. Todos con sus grandes enseñanzas y representantes de la pintura, escultura, arquitectura, a nivel mundial.

El autor da mucha importancia a la filosofí­a griega; el mismo Paracelso es filósofo.

Cuando en la novela aparece la cultura griega, no puede dejarse a un lado el concepto que ellos tení­an de libertad de expresión.

Tengo entendido que el capí­tulo dedicado a los griegos y otros para las grandes culturas caen en el terreno del ensayo y la erudición.

Paracelso al hablar de la libertad concluye en que el hombre solamente es libre por él mismo, cuando en el fondo de su ser hay un orden divino.

Paracelso, como el Judí­o Errante (se alude a este personaje), viaja por Francia y especialmente Parí­s, donde admira el templo dedicado a la Virgen Marí­a. Los viajes de Paracelso, en fin, son amplios, fecundos, pues por ellos se conoce la historia. Acaso podrí­a esta novela conceptuarse como histórica, o simplemente como de una carga histórica muy fuerte.

El caso es que la novela «El clérigo vagabundo» de Miguel íngel Vásquez, no solamente deleita sino instruye. Se conoce la presencia árabe en Granada, España, donde se da un caso oní­rico. El autor recurre a la magia para construir su fantasí­a, donde se alberga la imaginación que se contrapone con el dato histórico que es real y auténtico.

El hecho de que el personaje cuente sus aventuras, en sus largos viajes, le da amenidad a la novela e invita al lector para seguir los pasos de Paracelso, porque no es un argumento lineal, donde el personaje nace, crece, se reproduce y muere, sino al contrario el argumento se sirve por medio de remembranzas y por lo tanto está sujeto a la dispersión y a la introspección.

El final de la novela, lógicamente, es la muerte de Paracelso, pero representada en forma original. El moribundo cuenta sus dolores y dudas, se le escucha después de muerto, se aborda el tema del paso de la vida a la muerte.

Desde siempre se ha dicho que un moribundo, antes de expirar, recuerda, como en una pelí­cula, su vida entera. Esto lo advierto en Paracelso, antes de morir, a manera de autobiografí­a, cuenta todos los pasajes de su presencia en el mundo medieval, en forma pagana, como médico ilustre, proclive a la medicina natural. Es importante su reflexión interna, donde el conócete a ti mismo se hace presente.

El final del personaje es importante, se le terminan sus energí­as, es envenenado, y él, que era médico en la tierra, no pudo encontrar remedio para su mal. La muerte de Paracelso termina con la totalidad de su ser, pero pasa a una nueva vida, con lo cual se acepta la resurrección, que como ya dije, es un tema bí­blico cristiano, propio de la Edad Media.

Una novela como «El clérigo vagabundo» solamente puede escribirla una persona de cultura elevada, erudita y sensitiva, como indudablemente es Miguel íngel Vásquez, severo en su quehacer literario, disciplinado, fecundo y que, en Guatemala, se ha proyectado positivamente. Felicitaciones Miguel íngel, esto que he dicho aquí­ no es sino un comentario, de ninguna manera un estudio como se merece el novelista, pues en las aulas universitarias hace falta un estudio de esta novela y de toda la producción literaria de Miguel íngel, para difundir la obra nuestra y aprender cómo se manejan los recursos literarios en un tiempo, difí­cil de lograr.

En la novela «El clérigo vagabundo», pues, el autor recurre al ensayo, a la epí­stola, al sueño, a la anécdota, la magia. Se eleva para tratar de comprender el cosmos y el origen del hombre, con lo cual se coloca en el tema de la universidad. Es sorpresivo en su final, es auténtico en sus datos, que corresponden a la cultura europea de la Edad Media, contrapuesta con culturas avanzadas clásicas y humanas. La cultura egipcia también está presente, con sus enormes misterios.

He leí­do, pues, con interés la novela «El clérigo vagabundo» de Miguel íngel Vásquez y ahora puedo dar respuestas a mis interrogantes, las que me hice cuando abrí­ el libro por primera vez. Ahora lo cierro, con la idea de leerlo nuevamente.