En vísperas y durante las fiestas patrias de Guatemala todos los años miles de jóvenes guatemaltecos y guatemaltecas corren tras antorchas de fuego, partiendo de distintos puntos hacia diversas comunidades del país a encender la llama del monumento referente en cada lugar.
Director de la Organización Cívica Guatemalteca -OCG-
Este año vimos variedad de formas de muestras de lozanía por parte de estudiantes de establecimientos educativos, con marchas que no estábamos acostumbrados a observar solo hace muy poco tiempo atrás; me pregunto si se debe a que luego de las prohibiciones por parte de la autoridad municipal de Guatemala en la celebración de la «Independencia», esta vez que se liberó tal celebración, se volvió «con más ganas» y alegría. Lo que sí es verdad es que este septiembre vimos cómo los y las jóvenes estudiantes de primaria, secundaria y hasta bandas de ex alumnos desfilaban con prestancia y entusiasmo prácticamente bailando por las calles. Por ahí hubo algún establecimiento que más que recordar la Independencia de Guatemala o la de Centroamérica, más bien, recordaba el carnaval de Brasil como celebran y desfilan en ese país sudamericano en febrero de cada año.
Al observar ese entusiasmo, también me preguntaba si esos jóvenes estarían conscientes de lo que se celebraba o si solo era la algarabía de expresarse con las inquietudes de la juventud desahogando sus tensiones por tanto conflicto o por los exámenes venideros de fin de curso y promoción, olvidándose del verdadero significado de la Independencia en aquella ocasión de 1821 cuando se firmó el Acta constitutiva respectiva por los próceres de ese momento. Sinceramente, me da la impresión que no es así, y en ese mismo sentido creo que ya muy poco se enseña en los establecimientos de estudio, lo que significa para Guatemala el civismo en septiembre de cada año.
Recordemos que civismo no es sinónimo de «patriotismo», que el significado de civismo, como ya se ha dicho en esta columna de La Hora llamada Jueves Cívico, proviene de la expresión de origen latino «civis», que significa ciudadano(a), que vive en la ciudad, o sea, que vive en comunidad, respetando unas normas de convivencia pacifica, aceptando las reglas de juego de la democracia y los derechos fundamentales; ciudadano o ciudadana es la persona que comparte con los demás una coexistencia en civilización; implica la corresponsabilidad que incumbe a cada persona en una sociedad cuando ejerce esa ciudadanía plenamente.
Ejercer una ciudadanía plena significa vivir en sociedad libremente y respetar las instituciones que conforman el Estado y rigen nuestra armonía con principios y normas mínimas de comportamiento que nos permiten convivir en paz y libertad. Amar a la patria respetando el derecho y libertad de los demás, el derecho público y los entornos naturales; vigilantes de las instituciones e intereses de la patria, respetuosos de la Ley.
Derivado de lo anterior, después de septiembre debemos seguir participando en la construcción de una sociedad, una ciudad realmente desarrollada, en el que la plena ciudadanía de todos sea una realidad, para ello debemos tener presente lo más elemental: que otro mundo es posible si nos empeñamos en cambiar positivamente el que tenemos delante. Ese es el verdadero significado que debemos darle a la independencia de nuestro país a fin de que perdure a lo largo de todo el año.