El ciudadano El consumidor El más necesitado


El 17.25% de los ingresos tributarios son pagados por las industrias y comercios. El que realmente sufraga los gastos de la Nación es el ciudadano común, quien paga cerca del 68.35% de los ingresos tributarios a través de los impuestos indirectos, como el IVA. Como sea, cualquier impuesto que el empresario pague es transferido al consumidor en el precio de venta.

Juan Esturado Wyss

La función del CACIF es mantener la estructura comercial e industrial del paí­s, competitiva en el mercado global. Por muchas décadas ellos han asumido la función de negociar por el pueblo de Guatemala en situaciones de tensión polí­tica, económica o impositiva. Incluso ellos controlan ciertos puestos claves dentro de los ministerios de Economí­a, Relaciones Exteriores y Banco de Guatemala. Es un secreto a voces que en múltiples ocasiones han negociado leyes directamente con el Ejecutivo.

Para que realmente exista un consenso de diálogo entre Gobierno y pueblo guatemalteco y encontrar una solución rápida y efectiva en el corto plazo, que brinde seguridad, fortalecimiento de las fuerzas del orden público y revitalizar la economí­a, tendrí­a que integrarse un comité de ciudadanos, sin ví­nculo polí­tico, por supuesto, para que ponga balance en la mesa de negociaciones.

Por un lado el gobierno necesita mantener su estatus económico, el CACIF proteger sus industrias y comercios y el pueblo de Guatemala: El que paga el pato.

Se supone que los servidores públicos elegidos por el derecho del sufragio son los que representan a los guatemaltecos para que administren sus recursos. Especialmente ante situaciones como las que estamos viviendo hoy. Lamentablemente, el contexto de esa función se corrompió en las últimas tres décadas.

Nosotros hemos sido los responsables de esta debacle, pues de una u otra manera corrompimos al servidor público comprándolo para nuestro beneficio en múltiples ocasiones. Pero se nos salió de control. ¿Cómo enderezar este árbol? es la pregunta del trillón de dólares.

Este es el momento propicio para iniciar un cambio radical en la forma de pensar del guatemalteco, pues tanto el ciudadano común, como el polí­tico, como el industrial son parte fundamental de este paí­s. Uno no existe sin el otro. Hoy tenemos que pensar en conjunto. Tomar decisiones que beneficien a todos los sectores de la Nación.

Hoy más que nunca, Guatemala necesita levantar nuevamente la industria agrí­cola alimenticia para generar fuentes de trabajo en el campo; el campesino necesita organizarse en cooperativas de producción para beneficio de sus comunidades.

El empresario necesita reestructurar sus empresas consiguiendo inversionistas para captar fondos y mejorar la calidad de sus productos e incrementar sus exportaciones y ofrecerle al paí­s productos más competitivos y de óptima calidad.

El Gobierno necesita urgentemente uno, cambiar de actitud ante la nación. Y dos, reestructurar su presupuesto para hacerle frente a la crisis implementando un plan de austeridad rí­gido.