El día que el doctor Meyer tomó posesión del cargo de Presidente de la Junta Directiva del Congreso de la República, lo oímos decir que a partir de ese momento él se haría cargo de las finanzas del Congreso, con lo que estaba reconociendo que él es el principal culpable del desvío de los 82.8 millones de quetzales, a la Afianzadora Mercado de Futuros, donde como por arte de magia se esfumaron. En dos ocasiones lo oí decir que él estaba limpio y que apresaron a los dos ladrones (sus cómplices) y si se siente limpio es porque se baña todos los días, porque lo que es en el robo del dinero, está implicado hasta el límite.
También en dos ocasiones lo oí decir que estaba siendo sometido a un linchamiento político, cosa que ni él cree, pues el delito está a la vista y es del conocimiento de toda la ciudadanía. Después pidió permiso para asistir a las sesiones del Congreso y el Congreso en un acto totalmente inconcebible lo aceptó.
Al perder la inmunidad, fue presentado un recurso para que fuera a juicio, donde deberá tratar de resolver su situación; imponiéndole el tribunal que tiene a su cargo el proceso, arresto domiciliario, el que aparentemente comenzó a cumplir; posteriormente y por gestión de sus abogados, se le amplió el área que comprendía el arresto, ampliándose a toda la capital, con lo que ya pudo asistir al Congreso nuevamente y el Congreso lo aceptó; allí ya lo vimos platicando con el general Efraín Ríos Montt. Yo creo que la palabra domiciliar viene del concepto domicilio, o sea a una vivienda; pero el juez le dio al Dr. Meyer, como domicilio, toda la ciudad de Guatemala.
En un país donde se respetan las leyes, las cosas se hubieran manejado de otra manera, pues el juez habría ordenado la captura y lo hubiera mandado a la cárcel, durante el tiempo que durara el juicio; como está sucediendo en Taiwán donde le están iniciando un juicio a un ex presidente por corrupción, y también a un diputado en el Perú, acusado de corrupción.
El doctor Meyer puede estar tranquilo, pues estoy seguro que al final le impondrán una medida sustitutiva y a gozar de sus millones, ¡Pobre Guatemala!