El Che, su poesí­a y poemas dedicados a él


Cuando alguien se refiere, alude o menciona al Che – en lo que a mí­ respecta-, inmediatamente salta a mi memoria el nombre del revolucionario, del guerrillero heroico, del compañero de Fidel Castro en la lucha contra la dictadura del sargentón Fulgencio Batista, del médico asmático que libró batallas en ífrica o el luchador que fue asesinado en La Quebrada del Yuro, adyacente al poblado boliviano de La Higuera, el 9 de octubre de 1967, hace un poco más de 30 años..

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

Generalmente se identifica al Che con el combatiente de las causas populares, pero apenas se le conocí­a su vena poética, al menos en lo que concierne a Guatemala, y no es hasta hace pocas semanas que nos enteramos de sus andanzas literarias, a causa del noble interés del rector de la Universidad de San Carlos, el abogado Estuardo Gálvez Barrios, de editar un libro que contiene poesí­as escritas por el mismo Ernesto Guevara de la Cerna y poemas dedicados al Che, cuyos autores son tan conocidos que no es necesario mencionar sus méritos, como los casos de Pablo Neruda, Nicolás Guillén , Julio Cortazar y José Saramago, entre otros.

Tuve acceso a un ejemplar de «Che Guevara, Poesí­a completa», gracias a mi amigo el abogado y periodista Mario René Chávez Garcí­a, quien me envió la obra, conjuntamente con el libro «El placer de corresponder», que contiene correspondencia sostenida entre Luis Cardoza y Aragón, Enrique Muñoz Meany y Jorge Luis Arriola, publicado, asimismo, por la Editorial Universitaria de la Usac.

En lo que atañe a la poesí­a del Che, para decirlo en palabras del periodista y escritor Marco Vinicio Mejí­a -quien prologó, compiló y e hizo las anotaciones del volumen- «no está en la escritura o la recitación sino en una existencia plena de estremecimientos» en los que destaca el tono intimista, espontáneo, «por lo que mientras la poseí­a expresa la fulgurante búsqueda de sí­ mismo, en la acción revolucionaria está el encuentro vislumbrado con la palabra».

El libro, en realidad, es un redescubrimiento de esta poesí­a -anota Marco Vinicio-, pero no busca a los cientí­ficos de la literatura sino a los buenos lectores, así­ como encuentra la referencia básica y decisiva del Che, puesto que lejos de los fastos y la trompeterí­a para enaltecer al guerrillero, la reunión de su producción poética y el aporte de los versos dedicados a Guevara, deviene en una implí­cita invitación «para empezar por el paraje más transparente y fresco del mito, condenado a su propio retorno», cuya lozana imagen «hace honor a la idea que niega la biografí­a de los héroes, pues la verdadera historia está en su palabra matinal».

Para el rector Gálvez Barrios, según lo asienta en la contraportada del libro -presentando recientemente durante un acto especial-, la obra literaria en referencia representa a todos los revolucionarios que ofrendaron su vidas «convencidos de que el poder debe ser de los humildes, por los humildes y para los humildes», y de ahí­ que la Universidad de San Carlos invita a una relectura de la poesí­a del Che, en virtud de que no sólo fue un convencido revolucionario, sino un pensador y «un poeta en obras que aprovechaba cualquier pausa de su intensí­sima vida, para tomar pluma y papel», afirma el académico de la carolina.

El esfuerzo de Marco Vinicio Mejí­a para compilar la poesí­a del Che y escoger poemas dedicados al guerrillero cubano-argentino, rinde sus frutos, como en lo que se refiere a los versos dedicados a Guatemala por Guevara:

Ay, Guatemala,

yo preparé mi sangre en batallones rojos

para regarla entera sobre la tierra santa.

¡La conservo intacta

en mi purpúrea alcurnia de soldado ileso!.

Mientras que Neruda le dedica un poema al Che, algunos de cuyos versos reproduzco:

Los que vivimos esta historia, esta muerte y resurrección

de nuestra esperanza enlutada,

los que escogimos el combate y vimos crecer las banderas,

supimos que los más callados

fueron nuestros únicos héroes y que después de las victorias

llegaron los vociferantes

llena la palabra de jactancia y de proezas salivares.

Pero el canto/poesí­a que más me sobrecoge es la de la cubana Mirta Aguirre, cuyo poema Canción antigua a Che Guevara, no me resisto a repetir:

-¿Dónde estás, caballero Bayardo,

caballero sin miedo y sin tacha?

-En el viento, señora, en la racha

que aciclona la llama en que ardo.

.¿Dónde estás, caballero gallardo,

caballero sin tacha y sin miedo?

-En la flor que a mi vida concedo,

en el cardo, señora, en el cardo.

-¿Dónde estás, caballero seguro,

caballero del cierto destino?

-Con la espada aclarando camino

al futuro, señora, al futuro.

-¿Dónde estás, caballero el más puro,

caballero el mejor caballero?

-Encendiendo el hachí²n guerrillero

en lo oscuro, señora, en lo oscuro

-¿Dónde estás, caballero el más fuerte,

caballero del alba encendida?

-En la sangre, en el polvo, en la herida,

en la muerte, señora, en la muerte

-¿Dónde estás, caballero ya inerte,

caballero inmóvil y andante?

-En aquel que haga suyos mi guante

y mi suerte, señora, mi suerte.

-¿Dónde estás, caballero de gloria,

caballero entre tantos primero?

-Hecho saga en la muerte que muero;

hecho historia, señora, hecho historia