Debe ser por mi formación, mis traumas o mis fijaciones, pero casos como el del pastor estadounidense Ted Haggard acusado de haberle pagado a un gay para mantener relaciones sexuales durante tres años y haberle vendido drogas no pasan desapercibidos por mí. Esos temas se vuelven obsesivos en mí y una vez (si usted es frecuente lector mío) expliqué por qué. El caso es que cuando estalló el problema, me encerré en mi oficina, puse llave a la puerta y comencé a ver la mayor parte de los videos en donde ofreció entrevistas. Le miraba la cara, repasaba sus gestos y debo comentarle que le creí. El buen Ted admitía que había comprado drogas, pero que nunca había mantenido una relación homosexual con su acusador, Mike Jones.
Ted rechazó todo el tiempo, con convicción, al lado de su mujer a veces, que nunca había tenido una relación extramarital y que era un hombre, consecuentemente, que había sido «fiel» (textualmente) durante todo el tiempo de casado con su esposa. Dijo no admitir el matrimonio entre homosexuales por razones bíblicas: Dios creó al hombre y a la mujer y ese ha sido su plan desde siempre, la unión para la conformación de familias, la felicidad de sus miembros y la procreación de la prole. Sin embargo, afirmó «comprender» a los homosexuales, no rechazarlos y que en su Iglesia, de hecho, asistían algunos miembros con ese tipo de preferencias (dicho todo esto con mis palabras).
Para sorpresa de todos, ayer las cosas cambiaron rotundamente. Un líder de la Iglesia New Life Church leyó una carta escrita por el propio Ted en donde admite haber tenido una «conducta sexual inmoral» y ser un «mentiroso y un tramposo». Dice: «existe una parte de mi vida que es repulsiva y oscura y he luchado contra ella durante toda mi vida adulta. Estoy tan apenado por las circunstancias que han traído vergí¼enza y bochorno sobre todos ustedes».
Evidentemente no lloré como sí lo hicieron algunos de su iglesia, pero sentí pena por el buen hombre enredado en situaciones humanas tan complicadas y la enorme «noche oscura» que aún le falta por atravesar. De entrada admiro la valentía con la que enfrenta su situación y su petición de no reaccionar mal en contra de su acusador, incluso ?me parece haber leído? pide misericordia y perdón por Mike Jones. La esposa ya ha dado declaraciones de «perdonar» la acción de Ted y se manifestó todo el tiempo sorprendida por esas acciones frente a un hombre que todo el tiempo le había parecido excepcional. Habrá que ver ahora cómo le irá frente a sus cinco hijos, cómo les explicará la situación y superarán juntos la prueba.
¿Difícil no? Claro que sí, sobre todo porque eso de ser pastor lleva implícito el deber de la predicación del bien, la bondad y la misericordia. La gente espera lo mejor de sus guías espirituales y, a menudo, creen que éstos son súper hombres, impecables, sin capacidad para el mal y los elevan a un estatus irreconocible. Ellos, por semejante razón, se sienten «hípercomprometidos», a veces abrumados por el peso que significa semejante expectativa. La gente no comprende que son «humanos, demasiado humanos» y comparte con todos una condición natural de «hombres» (seres humanos) con las mismas debilidades, tendencias e inclinaciones. Hay que ser menos crueles con estas personas y no esperar más de lo que pueden alcanzar, de lo contrario puede que un día llore y no sepa entender por qué han sido tan impíos en sus vidas privadas. No espere esa crisis.