El caso Ted


Debe ser por mi formación, mis traumas o mis fijaciones, pero casos como el del pastor estadounidense Ted Haggard acusado de haberle pagado a un gay para mantener relaciones sexuales durante tres años y haberle vendido drogas no pasan desapercibidos por mí­. Esos temas se vuelven obsesivos en mí­ y una vez (si usted es frecuente lector mí­o) expliqué por qué. El caso es que cuando estalló el problema, me encerré en mi oficina, puse llave a la puerta y comencé a ver la mayor parte de los videos en donde ofreció entrevistas. Le miraba la cara, repasaba sus gestos y debo comentarle que le creí­. El buen Ted admití­a que habí­a comprado drogas, pero que nunca habí­a mantenido una relación homosexual con su acusador, Mike Jones.

Eduardo Blandón

Ted rechazó todo el tiempo, con convicción, al lado de su mujer a veces, que nunca habí­a tenido una relación extramarital y que era un hombre, consecuentemente, que habí­a sido «fiel» (textualmente) durante todo el tiempo de casado con su esposa. Dijo no admitir el matrimonio entre homosexuales por razones bí­blicas: Dios creó al hombre y a la mujer y ese ha sido su plan desde siempre, la unión para la conformación de familias, la felicidad de sus miembros y la procreación de la prole. Sin embargo, afirmó «comprender» a los homosexuales, no rechazarlos y que en su Iglesia, de hecho, asistí­an algunos miembros con ese tipo de preferencias (dicho todo esto con mis palabras).

Para sorpresa de todos, ayer las cosas cambiaron rotundamente. Un lí­der de la Iglesia New Life Church leyó una carta escrita por el propio Ted en donde admite haber tenido una «conducta sexual inmoral» y ser un «mentiroso y un tramposo». Dice: «existe una parte de mi vida que es repulsiva y oscura y he luchado contra ella durante toda mi vida adulta. Estoy tan apenado por las circunstancias que han traí­do vergí¼enza y bochorno sobre todos ustedes».

Evidentemente no lloré como sí­ lo hicieron algunos de su iglesia, pero sentí­ pena por el buen hombre enredado en situaciones humanas tan complicadas y la enorme «noche oscura» que aún le falta por atravesar. De entrada admiro la valentí­a con la que enfrenta su situación y su petición de no reaccionar mal en contra de su acusador, incluso ?me parece haber leí­do? pide misericordia y perdón por Mike Jones. La esposa ya ha dado declaraciones de «perdonar» la acción de Ted y se manifestó todo el tiempo sorprendida por esas acciones frente a un hombre que todo el tiempo le habí­a parecido excepcional. Habrá que ver ahora cómo le irá frente a sus cinco hijos, cómo les explicará la situación y superarán juntos la prueba.

¿Difí­cil no? Claro que sí­, sobre todo porque eso de ser pastor lleva implí­cito el deber de la predicación del bien, la bondad y la misericordia. La gente espera lo mejor de sus guí­as espirituales y, a menudo, creen que éstos son súper hombres, impecables, sin capacidad para el mal y los elevan a un estatus irreconocible. Ellos, por semejante razón, se sienten «hí­percomprometidos», a veces abrumados por el peso que significa semejante expectativa. La gente no comprende que son «humanos, demasiado humanos» y comparte con todos una condición natural de «hombres» (seres humanos) con las mismas debilidades, tendencias e inclinaciones. Hay que ser menos crueles con estas personas y no esperar más de lo que pueden alcanzar, de lo contrario puede que un dí­a llore y no sepa entender por qué han sido tan impí­os en sus vidas privadas. No espere esa crisis.