El Caso Gerardi


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“El loco se cree cuerdo, mientras el cuerdo reconoce que no es sino un loco” William Shakespeare

Es cuestión de horas. Los jueces han determinado que el sacerdote Mario Orantes sea puesto en libertad tras pasar años en prisión bajo la acusación de ser parte de la organización que asesinó al obispo Juan José Gerardi.

Edith González


Pero… ¿Orantes es parte del magnicidio? El crimen provocó una increíble onda mediática; en los tribunales nunca se probó desde la perspectiva jurídica quién o quiénes, mataron al Obispo.

Dos días antes del asesinato de Gerardi, el  24 de abril de 1998, el proyecto REMHI fue presentado en cuatro tomos, intitulado Guatemala: Nunca más, Gerardi declaró: «El trabajo de búsqueda de la verdad no termina aquí”. (Siglo.21 26.4.12) Y ese es el punto de partida para una eterna discusión sobre la autoría del asesinato del prelado.  El documento tiene enormes cargas políticas y sociales. Presenta miles de testimonios recogidos en todo el país, que denuncian   la represión y se responsabiliza  al Ejército y grupos armados clandestinos afines a la institución armada  por  el 90% de los crímenes.

Fue en el garaje de la Casa Parroquial de San Sebastián en la zona uno capitalina, en donde se localiza el cuerpo sin vida del Obispo y se asegura que lo asesinaron a golpes con un bloque. Se explica que Orantes retardó maliciosamente el aviso a las autoridades e incluso lavó la escena del crimen. ¿para borrar huellas?

La madre del sacerdote Orantes, como buena madre, sostuvo y defendió la inocencia de su hijo. Pero gradualmente las redes de los poderes secretos fueron urdiendo una trama, que incluso, ha sido tema de libros y permanentes análisis y discusiones, pero nunca se  probó jurídicamente que los implicados sean los asesinos.

El 8 de junio de 2001, el Poder Judicial estableció la existencia del delito de ejecución extrajudicial en la persona de Juan Gerardi y responsabilizó, en calidad de autores al coronel Byron Lima Estrada, al capitán Byron Lima Oliva, su hijo,  y al exespecialista del Ejército Obdulio Villanueva y, en calidad de cómplice, al sacerdote Mario Orantes Nájera.  Con base a las declaraciones, que nunca fueron confirmadas, de Rubén Chanax Sontay, un ebrio consuetudinario  que vivía  en las calles, se dicta  sentencia.
 
Es pertinente recordar a  Balú, el perro  del Obispo,  también fue sujeto mediático  y la  llegada a Guatemala de Reverte, un especialista español,  para analizar la conducta del perro.

Lágrimas, angustias, chistes y chismes circularon en la época, lo cierto es que a la fecha no sabemos a ciencia cierta quién y por qué asesinaron al Obispo Gerardi