El Capitolio de Guatemala debe estar ubicado en un lugar donde sea conspicuo; donde tenga espacios que le den un marco propicio. No necesariamente debe ser en la ciudad capital aunque sería poco práctico construirlo en un emplazamiento cercano como Sacatepéquez, Fraijanes o Escuintla. Las obvias precariedades del tránsito lo impedirían. El Congreso Nacional de Chile no está en Santiago sino que en el puerto de Valparaíso, distante a poco más de una hora, donde se estableció para dar un mensaje de descentralización; claro está tomando en cuenta las eficientes carreteras del país austral. Por su parte los primeros edificios que se construyeron en Brasilia, a manera de ancla, fueron precisamente los del Congreso y del Senado, en 1960, por el arquitecto Oscar Niemeyer (quien hoy día a sus 103 años sigue yendo a su oficina todos los días). Regresando a Guatemala siempre pensé que el sitio ideal era en la Avenida de La Reforma, enfrente de don José María Reyna Barrios, o sea en medio de los dos toros, del lado de la zona 10. En ese hermoso predio funcionó por muchos años el ICAITI y una escuela pública; luego los ministerios de Relaciones Exteriores y de Educación. Lo que quedó del instituto público, es un edificio de un nivel con una especie de cúpula que no registra mayor historia y despliega un muy modesto crédito arquitectónico.
Anticipándome a señalamientos de incultura creo que ese edificio debería ceder lugar a nuevas construcciones; y las instalaciones de Relaciones Exteriores parecen obras temporales, improvisadas, muy simples que no tienen la prestancia de otras cancillerías. En total el área es mayor a una manzana y tiene la ventaja adicional de que en la parte trasera, hacia el oriente, se encuentra otro predio hermoso, el del antiguo hospital militar. En esos dos solares podría realizarse un hermoso complejo oficial que incluyera el Congreso y varios ministerios. El hospital militar hace muchos años se trasladó a terrenos propios del Ejército mas allá de la colonia Lourdes y si bien hasta hace poco la institución armada tenía a su disposición muchos inmuebles, la tendencia de reducción se proyectó también en irles quitando algunos de ellos para reasignarlos a otros usos, generalmente oficiales, como institutos, centros de salud, etc. como por ejemplo en Sololá. En algún momento se excedió esta iniciativa y más parecía una forma velada de castigar a la institución armada: irla despojando de sus propiedades. Aunque nunca estuve de acuerdo con ese impulso tan festinado, estando en la Corte tenía a cargo las pláticas para poder asignar al Organismo Judicial algunos de esos terrenos para construcción de juzgados, las que iban muy bien encaminadas sobre todo en Cobán (con un terreno de 5 manzanas a la par de la base militar) y Zacapa. Por lo demás el Ejército es una institución pública que pertenece al aparato público, pero que debe ver por sus realidades actuales y prever para el futuro. En todo caso habría que «canjear» esos terrenos o solicitarlos para la construcción de un gran proyecto que impulse el sentimiento de pertenencia de todos los guatemaltecos y que de alguna manera marque ese camino futuro por el que todos deben encauzarnos.