El cambio climático, de nuevo a debate


Unos observadores del campeonato de golf ayer en Augusta, se protegen de la impredecible lluvia que bañó Atlanta.

Las 16 principales economí­as del planeta, y por ende las más contaminantes, se reúnen esta semana en Parí­s para proseguir un diálogo informal lanzado por Estados Unidos con miras a atajar el cambio climático.


Después de una primera cumbre en septiembre de 2007 en Washington, seguida de una reunión de expertos en Hawai, Parí­s acoge el jueves y el viernes la tercera edición de la MEM (Reunión de las Mayores Economí­as, en sus siglas en inglés), con la participación de ministros y secretarios de Estado encargados del medio ambiente.

La MEM reúne a los ocho paí­ses del G8 -Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Japón, Canadá y Rusia-, a los cinco emergentes -China, India, Brasil, Sudáfrica y México- y a Corea del Sur, Indonesia y Australia.

Estas potencias son responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 80% del consumo de energí­a del planeta.

Hasta hace poco, las MEM eran contempladas con desconfianza por la Unión Europea, que temí­a que restaran valor a las negociaciones actuales bajo la égida de la ONU, en especial porque se trata de una iniciativa de Estados Unidos, la única gran potencia que no ratificó el Protocolo de Kioto.

No obstante, estas reuniones han acabado por interpretarse como una ocasión suplementaria y útil para el diálogo sobre el cambio climático.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, tiene previsto intervenir el viernes por la mañana ante los participantes, así­ como lo hará la ví­spera el responsable del Convenio de la ONU sobre Cambios Climáticos (UNFCCC), Yvo de Boer.

«Al principio, no sabí­amos si se trataba de un proceso en competencia con el UNFCCC. Pero ahora, sabemos que es complementario», admite el embajador de Francia para el clima, Brice Lalonde.

«Con la firma de la declaración de Bali, Estados Unidos ha reconocido el proceso de la ONU como esencial», añade este responsable, en alusión a la conferencia sobre clima celebrada en diciembre en la isla indonesia.

En esa cumbre, la comunidad internacional fijó las bases de negociación para un acuerdo sucesor al Protocolo de Kioto que debe cerrarse a finales de 2009 en Copenhague.

Pero mientras que el Protocolo y la UNFCCC establecen objetivos vinculantes de reducción de las emisiones contaminantes, las MEM constituyen por ahora un un espacio de intercambio que privilegia los compromisos voluntarios, en particular en el sector industrial.

El diálogo, no obstante, se ve facilitado por el número limitado de interlocutores, comparados con los 190 paí­ses que participan en la preparación del acuerdo de 2009.

«En Hawai, vimos a los chinos hablar sin notas, algo inimaginable en la ONU», recuerda Paul Watkinson, uno de los principales negociadores franceses. «Todo esto va a permitirnos crear las condiciones para avanzar hacia 2009», destaca.

El consejero de la Casa Blanca sobre asuntos económicos internacionales, Daniel Price, explicó en febrero que Washington «trabajaba para obtener una declaración de lí­deres» que serí­a presentada en la cumbre del G8 el próximo julio en Japón.

«Esperamos que las MEM consensuarán una serie de recomendaciones para transmitir a la ONU», dijo Price.

Para Estados Unidos, «las principales economí­as deben aceptar reducciones legalmente vinculantes de emisiones. Pero podemos diferenciar la forma y el ritmo de cada uno para hacerlo», según el estadounidense.

Washington estima igualmente que las potencias emergentes como China, a punto de convertirse en el primer contaminante mundial, también deben asumir tales compromisos.

«Al principio, no sabí­amos si se trataba de un proceso en competencia con el UNFCCC. Pero ahora, sabemos que es complementario»

Brice Lalonde

Embajador de Francia para el clima