La aviación de Estados Unidos, cuerpo crucial de la estrategia de la Casa Blanca para combatir la inseguridad en Irak, se ha convertido en un objetivo primordial de los insurgentes y grupos de milicias, que derribaron al menos cuatro helicópteros en menos de tres semanas.
Cinco helicópteros estadounidenses se estrellaron durante ese periodo y las autoridades confirmaron que cuatro de ellos fueron abatidos, incluido un aparato del grupo de seguridad privado Blackwater.
Estos incidentes dejaron 27 muertos, mientras que medios estadounidenses afirmaron que Blackwater podría haber perdido otro helicóptero el 31 de enero.
La cruenta situación ha obligado a los responsables del Pentágono a replantearse su estrategia.
«Está claro que ahora los agresores son más efectivos sobre el terreno», declaró a principios de mes el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Peter Pace.
«Estamos investigando seriamente» si los siniestros representan un repunte puntual de los ataques o «una especie de nueva táctica a la cual necesitamos adaptarnos», señaló este responsable militar.
En Bagdad, el teniente coronel Christopher Garver señaló el jueves que el ejército estaba «constantemente revisando» sus «técnicas para hacer frente a la amenaza».
Un helicóptero CH-46 de los marines se estrelló el miércoles en la provincia occidental de Al Anbar, en un siniestro en el que murieron siete personas, aunque por el momento se desconoce si fue atacado por fuego enemigo.
El CH-46 Sea Knight «es un blanco considerable», pero también un aparato viejo desarrollado durante la guerra de Vietnam, por lo que no se puede descartar un fallo técnico, según el analista Mike Williams, del Instituto Royal United Services (RUSI) de Londres.
Los equipamientos de Estados Unidos «están bajo condiciones muy duras» expuestos al clima desértico de Irak y el «nivel de desgaste es muy alto», declaró a la AFP Williams.
Los 291 aparatos que componían la flota del CH-46 Sea Knight fueron retirados en 2002, pero después volvieron a entrar en funcionamiento.
Sin embargo, algunos del resto de helicópteros siniestrados en Irak eran más modernos, incluido dos Apache con sistemas defensivos avanzados, que fueron derribados por rebeldes.
Los expertos barajan así la posibilidad de que los insurgentes y las milicias chiitas estén equipados con nuevas armas, o bien con versiones modernas de misiles soviéticos SA-7 Strela o con proyectiles más sofisticados.
Según el diario árabe Al Hayat, basado en Londres, el SA-18 Igla, una versión más actual del Strela, podría haber sido introducido en Irak.
Un modelo de este tipo de misil se fabrica en Irán «y fue utilizado con éxito por el Hezbolá» chiita libanés durante la guerra con Israel el pasado verano boreal, señaló el rotativo.
De todas formas, el Pentágono indicó el jueves que no se había establecido hasta ahora ningún vínculo entre los cinco accidentes de helicópteros.
Por su parte, Anthony Cordesman, del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS) de Washington, indicó que «los insurgentes pueden simplemente esperar en cualquier parte hasta ver pasar algún helicóptero fácil de atacar».
Mike Williams, del RUSI, subrayó que además de Teherán, los insurgentes tienen acceso «a muchos traficantes de armas, que no tienen por qué estar basados» en Irak.
Desde la invasión del país árabe en 2003, Estados Unidos perdió menos de 60 helicópteros, una cifra irrisoria comparada con los 5.000 aparatos que se estrellaron en Vietnam, según estimaciones de la Institución Brookings.
El peor siniestro se registró el 15 de noviembre de 2003 cerca de Mosul (norte), en el que se vieron envueltos dos aparatos Blackhawk. Murieron 17 soldados.