El BCE capea como puede las crisis europeas


Imagen del Banco Central Europeo. La UE deberá tomar importantes decisiones este mes para frenar la crisis del euro. AFP PHOTO FILES/ PATRIK STOLLARZ

El Banco Central Europeo (BCE) celebra mañana su reunión mensual en un contexto agitado, marcado por el hundimiento del euro y por una nueva crisis de confianza en los bancos que amenaza la incipiente reactivación económica.


El Consejo de Gobierno, compuesto por los seis miembros del Comité Ejecutivo y los gobernadores de los Bancos Centrales de los 16 paí­ses miembros de la zona euro, se reunirá en la sede de la entidad en Fráncfort (oeste) para pasar revista a la polí­tica monetaria. En el encuentro no cabe duda de que se mantendrá la principal tasa directora en el nivel histórico de 1%.

Una vez más, el ejercicio al que se prestará el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, será peligroso. Cada una de sus palabras será escrutada por los mercados que temen que la crisis de la deuda se propague en Europa.

Las nuevas proyecciones trimestrales del BCE, esperadas el jueves, deberí­an, según los economistas, confirmar la incipiente reactivación económica.

Las declaraciones alarmistas del jueves de altos responsables del partido en el poder en Hungrí­a, que compararon el estado de las finanzas públicas de su paí­s al de Grecia, fueron suficientes para provocar una nueva ola de pánico.

Las noticias positivas tienen más dificultad en hacerse un camino. La firma el lunes por los europeos de su histórico fondo de urgencia sin precedentes de 440.000 millones de euros y su compromiso de endurecer la disciplina fiscal impresionaron poco a los mercados.

El ingreso de Estonia en la zona euro el año próximo, aprobado el martes por los ministros de Finanzas de la UE, habrí­a sido festejado como un éxito de la construcción europea si el contexto fuese diferente.

En este ambiente, el BCE no tiene otra opción que la de «mantener su función de administrador de crisis», estima Karsten Junius, economista de DekaBank.

«Las nuevas tensiones que aparecieron en el mercado monetario indican que el sector bancario no solucionó todos esos problemas», destaca el economista.

Al igual que luego de la bancarrota del banco estadounidense Lehman Brothers en septiembre de 2008, los bancos -apretados esta vez por dificultades financieras de las cajas de ahorro españolas y por la crisis de la deuda- se repliegan sobre ellos mismos, amenazando con asfixiar el escaso crédito existente y con frenar en la base la reactivación económica.

Las entidades prefieren depositar su liquidez en el BCE, a una tasa muy baja de 0,25%, antes que hacerse préstamos entre ellas. El lunes, estos depósitos diarios alcanzaron un nuevo récord de 361.000 millones de euros.

En paralelo, su demanda de créditos a corto plazo al BCE aumentan. Pueden pedir toda la liquidez que deseen contra un interés de 1%, conforme a las medidas excepcionales de la institución.

En diciembre, el BCE empezó a aligerar esas medidas, para luego reintroducir algunas a principios de mayo, cuando los gobiernos se pusieron de acuerdo en el mecanismo de apoyo a la zona euro. También quebró un tabú al decidir comprar bonos de paí­ses con grandes dificultades fiscales (de Grecia, pero también de España, Portugal e Irlanda).

Jean-Claude Trichet deberá sin duda explicarse nuevamente sobre el tema, estima Marco Annunziata de UniCredit, en especial sobre las divisiones en el Consejo de Gobierno.

El presidente de la Bundesbank, Axel Weber, que oficiosamente es candidato a la presidencia del BCE en 2011, criticó la medida capaz, según él, de politizar la institución y de generar inflación.

Trichet defiende por su parte esta medida como un mal necesario para restablecer un buen funcionamiento de los mercados de obligaciones.