El ausente Vargas Llosa, reclamo de la feria del libro en Perú


Mario Vargas Llosa, flamante Premio Nobel de Literatura 2010, es a pesar de su ausencia la principal atracción de la feria del libro Ricardo Palma, uno de los mayores eventos culturales del año en Perú que aspira convocar a más de 250 mil visitantes bajo el paraguas del éxito del escritor peruano.


Homenajes, coloquios, exposiciones gráficas sobre su trayectoria literaria, primeras ediciones de sus obras, todo, casi todo el universo de esta feria, donde confluyen cerca de un centenar de libreros y editores, tiene que ver con Vargas Llosa.

La paradoja es que el autor de «La ciudad y los perros» y «La fiesta del Chivo», entre otras obras, es el gran ausente de esta feria -que abrió sus puertas el fin de semana y se clausura el 1 de noviembre-, pues sus compromisos en Nueva York, donde reside este semestre dictando un curso en la universidad de Princeton, le impiden estar en Perú.

Las instalaciones de la feria, la más antigua de Perú, que se celebra desde la década de 1970 en el barrio Miraflores, de la clase media limeña, son un hervidero de visitantes que pugnan por comprar obras de Vargas Llosa aprovechando las ofertas con que libreros y editores celebran el momento.

Cecilia Chichizola, 44 años, profesora de Literatura, busca reediciones de las primeras novelas para la biblioteca de la escuela donde enseña. «El premio Nobel permitirá que se masifiquen sus obras y que nuevas generaciones de lectores las descubran», dice a la AFP.

El Nobel también ha despertado interés por obras agotadas y que la feria ha rescatado, como «La Casa Verde» (1966), que Ximena Seminario, de 20 años, buscó tras enterarse que la novela transcurre en burdeles de la ciudad de Piura (norte), donde vive.

El humor no escapa al público, como Jorge Castilla, 51 años, pintor, que interrogado sobre cuál libro de Vargas llosa sugerirí­a leer a una personalidad, menciona: «Fonchito y la Luna, una obra de literatura infantil de 2010, para el cardenal peruano Juan Luis Cipriani (del Opus Dei), que admitió no haber leí­do ningún libro del Nobel por una cuestión de moral».

Zarela Calderón, guí­a de la feria del libro Ricardo Palma -nombre de un célebre escritor peruano del siglo XIX- explica lo que guarda una vitrina: «una réplica de la máquina de escribir Remington que Vargas Llosa usó en Parí­s para sus primera novelas, así­ como ejemplares de primeras ediciones de sus obras».

A su lado, la gente hace cola para escribir mensajes al escritor en un cuaderno que le será entregado cuando éste retorne a Lima en diciembre, como suele hacerlo desde hace años durante el verano del hemisferio sur.

Lejos de los cí­rculos académicos y polí­ticos, los peruanos se han volcado en masa a la feria, la primera de la Cámara peruana del Libro desde que la Academia Sueca anunció el premio Nobel para Vargas Llosa, cuyas primeras novelas están ambientadas en Perú.

La feria es, por lo demás, un termómetro que ayuda a medir el interés cada vez mayor y socialmente más amplio que genera Vargas Llosa en Perú, paí­s donde nació hace 74 años y con el que ha mantenido una difí­cil relación, pero con el que parece haberse reconciliado luego de la decepción electoral de 1990 cuando perdió la presidencia ante el desconocido Alberto Fujimori.