Una faceta viajera y personal de Jorge Luis Borges se puede ver en Nueva York a través de la exposición fotográfica «El Atlas de Borges», una selección de imágenes sobre los viajes que hizo el literato argentino con su esposa María Kodama.
Tras recorrer varios países, la muestra llegó a la Gran Manzana de la mano de Kodama y estará abierta al público hasta el 20 de octubre en el Instituto Cervantes.
La exposición, inaugurada el jueves por la noche por Kodama, está conformada por unas 130 fotografías, tomadas en su mayoría por ella en 20 destinos diferentes, incluyendo Japón, Suiza, la isla griega de Creta, Turquía e Italia. En las imágenes se puede ver desde un detalle de una fuente italiana a una la figura de Nefertiti en primer plano con Borges sentado al fondo, observándola.
«Esta fotografía la adoro», dijo Kodama durante una entrevista con The Associated Press. «Teníamos una relación muy especial con Nefertiti; en cada lugar al que íbamos pasaba algo relacionado con ella, una conferencia o una exposición».
«Quizás sea la casualidad, cosas mágicas, el destino… no hay ninguna explicación, pero sucede», añadió Kodama sobre sus encuentros con la bella reina egipcia. Para ambos Nerfertiti representaba la belleza y la soledad, según contó. «Muchas veces conversábamos sobre ella e inventábamos cómo sería su personalidad».
Al parecer la relación de Borges con Nefertiti ha durado más allá de la muerte.
«Cuando esta exposición estuvo en Alemania justamente el busto de Nefertiti volvía al museo (el Museo Neues de Berlín)», dijo Kodama.
La muestra fotográfica comenzó su viaje en 2008 y además de Berlín ha pasado por Madrid, Praga, París, Ginebra y Santiago de Chile. A la par de las imágenes incluye diversos textos del escritor.
«La finalidad de la exposición es mostrar el placer y la felicidad de Borges», dijo Kodama. «Todo el mundo presenta a Borges como algo oscuro, sombrío. Y no era así; todos tenemos una parte sombría, en la que somos desdichados, mientras que otra parte nuestra es feliz».
«La gente busca las cosas terribles en su escritura pero en ella también encontramos cosas maravillosas que hablan del placer y la belleza», añadió. «Borges dijo una vez que no hay un sólo día en que uno no pase un instante en el paraíso».
Para la viuda de Borges, los viajes que hizo el poeta muestran la «esencia» de un hombre que se consideraba ciudadano del mundo y que creía que en vez de cerrar fronteras «hay que abrirlas, sobre todo las culturales».
Kodama (Buenos Aires, 1937) inició su relación con Borges (1899-1986) a los 16 años como discípula suya y terminó siendo su segunda y última esposa. Para ella, llevar la exposición a varios lugares y dedicarse a promover la obra de su marido significa «estar con él».
«Es lindísimo, es como un milagro secreto. Todas las cosas que se organizan en universidades o que organizo desde la fundación Jorge Luis Borges hacen que tenga la sensación que él está acá».