El atentado de Boston y la reforma migratoria


Oscar-Clemente-Marroquin

Luego de las elecciones de noviembre último en Estados Unidos, el tema de la reforma migratoria se ha convertido en uno de los tópicos de actualidad y la postura del presidente Obama de promover una legislación que regule la situación de millones de indocumentados que viven en ese país dio un impulso importante a la posibilidad de emitir una ley que permita a republicanos y demócratas ponerse de acuerdo sobre una cuestión extremadamente polémica. Y es que la elección demostró el importante peso político que tiene la comunidad latinoamericana que es, sin duda alguna, la que tiene más peso en materia de personas que han entrado de manera ilegal a trabajar en Estados Unidos.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Hay que reconocer, sin embargo, que cuando se habla del tema migratorio hay una diferencia en la opinión pública que se muestra mucho más tolerante con los inmigrantes de Europa del Este que con los latinoamericanos que cruzan la frontera desde México en busca de mejores oportunidades de vida. Se puede hablar, en cierto sentido, de sentimientos de racismo que se manifiestan contra los trabajadores hispanos, como les llaman los norteamericanos, que generalmente no se integran fácilmente en la comunidad y que en muchos casos hasta tienen dificultad para hablar el idioma inglés. Personalmente tengo la impresión de que para el inmigrante de América Latina, la estancia en Estados Unidos es apenas una etapa en la vida pero nunca se plantean vivir de manera definitiva lejos de sus familias y por ello es que no tienen la misma disposición para incrustarse socialmente como lo hacen otros inmigrantes que llegan con el manifiesto y claro deseo de hacer su vida en ese país.

 Pero ahora, luego de los atentados de Boston de los que se sindica a dos jóvenes de origen checheno, vuelven a verse planteamientos de clara xenofobia que hacen ver que se pondrá cuesta arriba el proceso de aprobación de la reforma porque resurgen recelos contra todos los inmigrantes y siendo el caso de que los hispanos son la mayoría y son los menos apreciados, se radicalizan posturas lo que puede constituir un  serio valladar para la normalización de la situación migratoria de millones de personas.
 
 La prensa norteamericana recoge muchas expresiones de desconfianza y de rechazo a  los inmigrantes luego de haberse conocido el origen foráneo de los acusados de haber plantado las bombas en el área de meta de la maratón de Boston. Y eso da municiones a los grupos más conservadores que se han opuesto a cualquier consideración que se pueda tener hacia quienes ingresaron ilegalmente al país porque estiman que si se aprueba algún tipo de normalización de su situación se estará dando algo parecido a una amnistía que perdona la violación de la ley en que pudieron incurrir en el momento de entrar sin papeles a Estados Unidos.
 
 Ojalá me equivoque en estas apreciaciones, pero la lectura de los comentarios de los que representan la derecha más radical, aglutinada en el movimiento que se conoce como Tea Party, refleja exactamente el mismo tipo de postura que caracterizó el debate entre los precandidatos republicanos a la presidencia el año pasado, con posturas que se identifican con legislaciones como la de Arizona que tienen un claro y marcado contenido racista.
 Y es que si con los inmigrantes europeos se muestran ahora reservas tan marcadas, no hay que ser agorero para entender que hacia los latinoamericanos será más dura aun la postura porque al tema de la seguridad se agregan otros ingredientes de rechazo a ese inmigrante pobre que llega a hacerse cargo de los trabajos más duros y peor pagados.