No es un homicidio culposo o doloso, ni tampoco es accidental. Es un asesinato, estudiado, planificado y cometido con todas las agravantes del caso, con saña, con ventaja, con alevosía, con certeza absoluta de su resultado y el menosprecio más grande hacia una vida útil, generosa, buena, amorosa y maternal. Hablo del asesinato de Guatemala que se viene consumando con torturas inimaginables desde hace muchos, muchísimos años.
A un país no se le destruye, por no ser totalmente un ser físico, como se ha hecho con cerca de 76 guatemaltecos, entre ellos 24 mujeres que este año fueron descuartizadas, literalmente hablando y sus restos desmembrados tirados en distintos sitios para mostrar mayor menosprecio ante la muerte y el profundo odio hacia la vida de los autores. Cientos más han muerto a balazos, ahorcados, a cuchilladas, o como el caso más reciente, de un energúmeno que a golpes mató a su abuela y una sobrina de nueve años, lo cual confesó con una frialdad y un cinismo que incluso hasta el juez más corrupto tendría que condenarlo porque esa confesión se la hizo al pueblo de Guatemala en los medios de comunicación, especialmente la televisión que lo captó en vivo.
Pero no solo de eso se mata a una nación. Se le mata con un sistema de salud resquebrajado y el de educación colapsado gracias incluso a grupos de «trabajadores» que «reivindicando sus propios intereses» matan niños y adultos y mujeres sin distinción alguna y para mostrar su descontento, hacen sus necesidades sobre la Constitución al no permitir que trabajadores de verdad puedan transitar en un bus del servicio público con el riesgo de perder su vida para cumplir con su horario y recibir con honestidad un buen pago para llevar el dinero que necesita su familia con el orgullo de haber trabajado realmente.
Se le mata con un gobierno como el actual, lleno de absoluta indiferencia hacia lo que acontece, con un presidente que si ya antes era «mandilón», ahora ello se duplica porque sabe que ya se larga a causar daño a otra parte. Y también con un sistema de justicia, particularmente del Ministerio Público y el Organismo Judicial, que ante su falta de eficiencia y el síndrome de la corrupción minando sus entrañas, optan por lanzarse acusaciones mutuas viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Otra arma favorita de loa asesinos, es la corrupción, que según la diputada Nineth Montenegro, significa aproximadamente un robo del erario nacional de más de Q6,000 millones anuales que se embolsan empleados, funcionarios, alcaldes, diputados, ministros, viceministros, directores generales, magistrados, jueces, auxiliares de justicia, policías, investigadores y fiscales… en fin todos aquellos que siempre tienen el bolsillo abierto y la convicción plena de que sus actos quedarán impunes, porque cada vez más y con mayor razón, nos convencemos de que aquí, en esta nuestra tierra vilmente asesinada cada día, jamás habrá quien cumpla y quien haga cumplir la ley, sin distingo alguno. La misma doña Nineth, (quien junto a Rosalina Tuyuc y ahora Norma Cruz, son para mí, mujeres paradigmáticas en Guatemala), aprovechó su condición política para lograr que su hija fuera electa a ese antro llamado Parlacen, algo que creo fue un error y que para su joven hija y profesional no es motivo de orgullo ya que bien pudo haber escogido o situarse en otro lugar dentro de la misma estructura política.
Pero así nos va cambiando la vida de muerte que llevamos en nuestra propia patria, lugar donde organizaciones no gubernamentales, llamadas onegés, han servido a diputados y otros congéneres semejantes, para volverse multimillonarios y seguir asfixiando al país. Seis mil millones de quetzales anuales que se roban estas onegés, empresas fantasmas y otras no tanto que no construyen obras o las hacen deficientes, las sobrevaloran para que al primer invierno se destruyan, significa quitarle a cada niño, a cada hombre o mujer guatemalteca un pedazo de su propia vida restándole oportunidades para tener atención en salud y educación, seguridad, caminos para transitar hacia nuevas oportunidades de mejorar con el trabajo honesto. Ese Congreso que abruma de desconsuelo con una evidente actitud para proteger a los corruptos al no aprobar la ley de enriquecimiento ilícito y posiblemente desestimar la petición que les planteara la licenciada Nora Segura, Contralora General de Cuentas, de no permitir que oenegés manejen fondos públicos, que también son parte importante en el desangramiento cotidiano de nuestro país. Y en este desatino de la corrupción, también participan directa o indirectamente esos empresarios que solo tuvieron un lema y una campaña publicitaria de la «responsabilidad y el sentido social», que como esos carteles publicitarios de la propaganda electoral ahora son pura basura.
Y no importa quien gane, ya los políticos nos ofrecieron acabar con todo lo malo y ya fueron electos en su mayoría. Faltan dos para el 6 de noviembre y se repite la historia de Cerezo, Serrano, Arzú, Portillo, Berger, Colom y el próximo, las mismas ofertas y su falta de cumplimiento. Con solo que alguien frenara en una buena parte la inseguridad y la corrupción, mas una sana administración de los recursos para invertirlos en educación, salud y seguridad alimentaria, algo podríamos decir que se hizo antes de asestar la última puñalada a la Guatebuenita que se nos va de las manos….
LAS ESTRATEGIAS POLíTICAS. Los dos candidatos a la Presidencia han desplegado estrategias políticas distintas. Otto Pérez sigue con el mismo discurso, y algunos copiados de otros candidatos, como la generación de empleo, el bajar el costo de la canasta básica, atender al adulto mayor, etcétera; en cambio Manuel Baldizón aprovecha más espacios para hacerse notar. La psicología de la comunicación colectiva o de masas es fácilmente manejable y el petenero lo está haciendo mejor pues la «mass media» es fácilmente impresionable por hechos no significativos pero que arrojan buenos resultados. Baldizón ha explotado sus alianzas, aunque esas alianzas sean con grupos o sectores que apestan. Pérez busca el poder local pero se le nota más pasivo y menos visible para esa masa que psicológicamente puede ser dirigida si se les conduce por un camino bien trazado. Falta apenas un mes un buen tiempo para pensar y actuar.